La tercera novela de Sílvia Alcántara retrata el paso del campo a la ciudad

La escritora publica, a los 72 años, el drama familiar 'Els dies sense glòria'

Sílvia Alcàntara

Sílvia Alcàntara / RICARD CUGAT

ERNEST ALÓS / BARCELONA

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A sus 65 años, Sílvia Alcàntara publicó su primer libro, 'Olor de colònia': la reconstrucción de la vida en las colonias fabriles del Llobregat, como aquella en la que ella mismo vivió de niña, se convirtió en un fenómeno de la edición en catalán. Con 55.000 ejemplares vendidos, la semana pasada, siete años después de la publicación de aquel libro, Alcántara aún participó en tres clubs de lectura sobre el título que la convirtió en escritora. Porque más allá de haber vaciado en esas páginas su entorno personal, la escritora nacida en Puig-reig y afincada en Terrassa ha perserverado con una segunda novela, 'La casa cantonera', y una tercera que ha presentado hoy, 'Els dies sense glòria', publicada como las anteriores por Edicions de 1984.

'Els dies sense glòria' repasan la vida de una familia desde 1930 al 2003, desde una masía en un pueblo del Bages hasta un piso en una ciudad del cinturón de Barcelona que podría ser Terrassa. Una mujer, Miquela, desplazada en su propia casa y que se casa con un payés solterón, el hijo, Enric, que se casa con Glòria, la maltratada cenicienta de unos carniceros del pueblo, Llorenç, el medio hermano de esta que aparece como un elemento perturbador en la pareja, la decisión que debe tomar en su vejez Enric, con Glòria consumiéndose tras varios años en coma... "He sufrido durante varios años, mientras he escrito la novela me he puesto en la piel de los personajes. No pretendo explicar la historia, sino la realidad de la historia de esta familia, con todos sus problemas", explica la escritora.

El trauma que supone pasar del campo a la ciudad recorre la novela. Pero también otras formas de vida van caducando con el paso del tiempo. "Dejan la viña porque ya no da, pero también el oficio de carretero, porque los carros caen en desuso y pasan de trabajar la madera noble del roble para hacer ruedas a la del álamo para fabricar cajas de fruta, y montan un negocio que se va para abajo", prosigue Alcàntara.