Las postales de Rafel Nadal

El periodista transformado en escritor presenta en Barcelona su cuarta novela, 'La senyora Stendhal'

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lpedragosa37054682 nadal stendhal170126203308 / FERRAN NADEU

ERNEST ALÓS / BARCELONA

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Rafel Nadal, periodista trasmutado en novelista tras experimentar "un proceso de transformación" que le ha hecho feliz, explica historias y tiene un público al que le gusta escucharlas. Este jueves, 200 personas largas en la Llar del Llibre en la segunda presentación de su cuarta novela, 'La senyora Stendhal' (Columna). Porque la primera, claro fue en Girona. Y al que también le gusta leerlas: en la primera semana en librerías, este libro en el que un niño huérfano explica violencias de la guerra y la posguerra con una mirada inocente que tarda en comprender el sentido de lo que le está sucediendo ya se ha colocado como el título más vendido en catalán. Es, dice su autor, "un libro de emociones y sentimientos, en el que no solo hay guerra y buenos y malos sino también frutales, arboledas y acequias".

Primera historia. El sacerdote Modest Prats, desolado, un día le explicó que un periodista de Barcelona escribió que su padre había muerto asesinado por los fascistas, cuando fue el comité revolucionario local quien lo llevó hasta la tapia del cementerio. Y aún peor, cuando llamó para despejar el equívoco, la respuesta fue: "¿Cómo puede ser, si tú eres un cura progre, que a tu padre lo matasen los buenos?" Y así reaparece también en 'La senyora Stendhal' uno de sus temas constantes: "No dudo que la legitimidad democrática la tenía la república, pero eso no legitima a todos los republicanos, ni todo lo que hicieron los republicanos, ni hace que no podamos entender a gente que se alegró porque llegó el franquismo. Esa es una lección que quiero que mis nietos entiendan; ahora, cuando si Godín cae en el área del Barça no es penalti y si cae Iniestra siempre lo es, que sepan que lo que importa no es quién lo hace, sino qué hace".

Segundo tema: los nietos que, confiesa, lo han atontado. Como el que le llamó, con 3 años, para anunciarle que nevaba, que la nieve era blanca y que era fría. Y en una segunda llamada, que no solo nevaba en la calle, ¡sino también en el patio trasero! Lección: Nadal recuerda su primera nevada, recuerda la primera nevada de su nieto pero no tiene ni idea de la primera nevada de su hija; entonces trabajaba en un diario. Y de aquí a la necesidad de revisar autocríticamente su propia generación (y el gusto por los recuerdos meteorológico/paisajísticos).

El tercero. El homenaje a las mujeres que tras la guerra tiraron adelante sus casas. "Las que cuando los hombres estaban muertos, presos o simplemente deprimidos se pusieron a trabajar en el campo, en la fábrica o llevaban las cuentas de la casa, y mantuvieron algo muy de verdad en este país, la devoción por la educación".

Y la cuarta historia, trasplantada tal cual al primer capítulo de la novela. Dos señoras japonesas saltando de alegría en el Portal del Col.leccionista de Girona, besando al librero Joan Cortés, con Nadal escondido mirándolas. "Cuando se fueron pregunté qué había pasado. La familia había tenido un comercio en Nagasaki que desapareció cuando cayó la bomba, en un local que se quedaron sus vecinos ricos porque no pudieron demostrar que era suyo. Llevaba 40 años dando vueltas por todo el mundo y allí donde vendiesen postales buscaba si había de Nagasaki. Y allí estaban cinco postales en las que aparecían el colmado, con una señora que era su abuela y una niña pequeña que era ella". De momento, con materiales como estos Nadal ha escrito cuatro novelas en cinco años. Y sigue escribiendo. Al mismo tiempo, no una, sino, avisa "dos o tres más".