LA NOVELA ABORDA UN TEMA TABÚ EN LA REPÚBLICA CHECA

El segundo Holocausto

Radka Denemarková denuncia el maltrato a supervivientes judíos en 'El dinero de Hitler'

Radka Denemarková, hace unos días, en Barcelona.

Radka Denemarková, hace unos días, en Barcelona.

ANNA ABELLA / BARCELONA

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Gita, una joven judía de 16 años regresa a casa, en un pueblecito checo de los Sudetes, Puklice, apenas recuperada tras sobrevivir a Auschwitz, donde su familia ha sido asesinada. Pero ahora en su casa viven desconocidos que se han apropiado de sus bienes, la tratan con extrema e incomprensible violencia y la acusan de colaborar con los nazis. «Hubo centenares de miles de judíos que recibieron una acogida terrorífica. Sabemos lo que pasó durante el Holocausto pero desconocemos qué ocurrió después, lo que yo llamo el segundo Holocausto. Los que volvieron de los campos de concentración salieron de un infierno para entrar en otro, porque por el solo hecho de hablar un idioma que no fuera checo, como el alemán, se les consideró enemigos», denuncia la escritora, traductora y dramaturga checa Radka Denemarková (1968), que pone sobre la mesa un episodio vergonzoso de su país en la novela El dinero de Hitler (Galaxia Gutenberg).

«Los checos, hacia los que apunto mi crítica, no vivían una situación tan límite tras la guerra y podían haber ayudado a las víctimas judías que sobrevivieron, pero no lo hicieron y en su lugar se quedaron sus propiedades y se deshicieron de ellos. Me aterroriza que la naturaleza humana sea tan banal y que no haya aprendido de aquella desgracia -reflexiona la autora con una voz dulce que contrasta con su duro discurso-. Si Kafka no hubiera muerto habría ido a los campos y si hubiese vuelto le habrían llamado traidor por no escribir en checo. Es reflejo de la hipocresía reinante en mi país».

La novela salta del pasado al presente, entre Praga y el pueblo de Puklice, escenario real de un episodio similar al del libro, y al que la protagonista regresa 60 años después de salir milagrosamente de allí con vida. El relato reúne la esencia de todos los casos históricos sobre los que Denemarková se documentó y los transporta a la actualidad. «El régimen comunista culpó al nazismo, luego la democracia culpó a los comunistas. Nadie era culpable. Fue una injusticia absoluta que nunca se ha reivindicado. Nadie habla de ello, nadie quiere saber nada -señala con vehemencia-. Yo intento poner el dedo en la llaga y romper esos tabús para que la gente se dé cuenta de que no hay una culpa colectiva, como han dicho los políticos, que se excusaban diciendo que 'eran otros tiempos'. Eso es una mentira repetida a lo largo del tiempo y en realidad los culpables son individuos concretos que han quedado impunes».

Para Denemarková, «el problema continúa hoy». «Aún sobreviven todos los prejuicios que hicieron posible los grandes errores del siglo XX y que se transmiten de generación en generación. La gente actúa como un rebaño en lugar de como individuos que piensan por sí mismos».

Violentos ataques verbales

Aunque ha recibido apoyos y la novela ha sido premiada en la República Checa y Alemania, la autora se siente «muy sola» en su país, donde ha sufrido violentos ataques verbales incluso de un historiador, que la ha acusado de escribir contra su pueblo. «Es la misma mentalidad que explica la actitud en el Este frente a los refugiados sirios. No los aceptan y se lavan las manos», opina.

La novela también refleja cómo «estamos sujetos a etiquetas que determinan si somos amigos o enemigos de la sociedad» y cómo muchas víctimas, aunque «el olvido era imposible», no hablaron de ello y se fueron al extranjero para intentar empezar de cero. A través de su protagonista, «una heroína de tragedia griega que se enfrenta al coro, que son los habitantes del pueblo», Denemarková retrata a una mujer «en paz consigo misma, con una gran integridad moral y una fuerza increíble», que lo único que busca es justicia, no que le devuelvan sus bienes. «Ella no quiso irse ni olvidar y sí luchar contra el olvido colectivo».