EXPOSICIÓN conmemorativa DE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL

El salto a la modernidad de Barcelona, en la Miró

La fundación recorre los cambios que vivió la ciudad entre 1914 y 1918

'Retrato de Joan Miró' (1916), un óleo pintado por Enric C. Ricart.

'Retrato de Joan Miró' (1916), un óleo pintado por Enric C. Ricart.

NATÀLIA FARRÉ / BARCELONA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

La primera guerra mundial no llegó a Barcelona, pero sí influyó en su entrada a la modernidad artística, social y política. La neutralidad de la ciudad condujo de vuelta a los artistas catalanes que se habían instalado en París para beber de las vanguardias -ahí estaban Sunyer, Gargallo, Togores y Hugué- y atrajo a creadores extranjeros que huían de la contienda, como Picabia, Gleizes, Otho Lloyd, Olga Sacharoff y Arthur Cravan. Además, el conflicto fue coetáneo a la revolución industrial que vivía la ciudad, a la eclosión de la sociedad de masas y a la aparición de los nuevos medios: fotografía, cartelismo y cine. Una suma de factores que llevaron a Josep Maria de Sagarra a afirmar en sus memorias que «en aquellos años Barcelona liquidó su siglo XIX». Y a ese periodo y a ese salto de época alude Barcelona, zona neutral (1914-1918), la muestra que «explica el tránsito que la ciudad tuvo de su cambio de siglo, una historia muy concreta e irrepetible», afirma Fèlix Fanés, comisario de la exposición junto con Joan M. Minguet.

La muestra despliega casi medio millar de piezas entre pintura, dibujo, escultura, fotografía, carteles y revistas, y lo hace en la Fundació Miró, en Montjuïc, la misma montaña donde pasó parte de ese tránsito a la modernidad el artista que da nombre a la pinacoteca. Por entonces Miró, un joven pintor que ya apuntaba maneras -«apreciado señor Miró, siga por este camino», le escribió Santiago Rusiñol, en 1918, tras su primera exposición en las Galeries Dalmau- realizaba el servicio militar en el Polvorín. Y un retrato con uniforme, que le hizo Enric C. Ricart, preside la sala dedicada a los cambios sociales y políticos, donde también lucen documentos que hacen referencia a la huelga general de agosto de 1917.

Dos óleos de Miró de la época, en los que aún no ha hecho el salto a su particular mundo de los signos pero en los que ya bebe de las vanguardias que Sunyer y Togores han aprendido en París, abren la muestra junto con piezas de los dos artistas antes citados y otros retornados del exilio artístico como Gargallo y Barradas. Los creadores extranjeros afincados en Barcelona ocupan otra sala en la que el rey es el poeta anarquista Arthur Cravan, un personaje popular en la Barcelona de 1916 gracias al combate de boxeo que lo enfrentó, en la Monumental, al púgil norteamericano Jack Johnson y que documentan unas fotos inéditas de Josep Brangulí. Como inéditos, y desconocidos, son los ocho apuntes al natural que Josep Clarà dibujó de los voluntarios catalanes en la contienda durante un viaje que un grupo de intelectuales realizaron al frente invitados por el Estado Mayor francés.

Artistas francófilos

Y es que la francofilia de los artistas locales es algo que se respiraba en el ambiente de entonces y que recorre la exposición actual. Otro ejemplo de dicho apoyo fue la antológica que realizó Anglada Camarasa con el objetivo de donar todo el dinero recaudado al ejército francés. Entre las piezas que se expusieron estaba su famosa La sibila, que también luce en la exposición.

Solidaridad hacia los franceses fue también el objetivo de La exposición de arte francés que se realizó en el Palau de Belles Arts, en 1917, La exposición de arte francés cuando los salones anuales de París quedaron suspendidos durante la guerra. «La exposición es una trinchera que hemos abierto en nuestro suelo para que los franceses pudieran disparar desde ella contra las manifestaciones de mal gusto germanófilo», afirmaba por entonces Romà Jori. Se expusieron 1.400 obras que llevaban la firma de Pissarro, Rodin y Sisley, entre otros, y una pieza de este último fue comprada por la Junta de Museus y luce ahora en el MNAC.

El broche final de Barcelona, zona neutral lo pone el humor de Charles Chaplin con Armas al hombro, su visión satírica de la guerra.