'Selfies', tronos y 400 originales

El Salón del Cómic abre con los escolares como primeros visitantes

Visitantes del salón con caretas con el pelo de Son Goku mirando objetos de 'Hellboy', ayer .

Visitantes del salón con caretas con el pelo de Son Goku mirando objetos de 'Hellboy', ayer .

NATÀLIA FARRÉ / BARCELONA

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La mañana de apertura del Salón del Cómic es siempre la más infantil de todas. Y la de ayer no fue una excepción. El ritual de siempre se cumplió con puntualidad: dos soldados imperiales de Star Wars apostados en la entrada daban la bienvenida a los cientos de escolares que, móvil en mano, correspondían al saludo con el Star Wars selfie. Cosas de la era de la tecnología: el objetivo ya no es conseguir el autógrafo del autor o superhéroe más preciado, sino fotografiarse con él. Y ayer tan buscado era el bueno de Chewbacca como un malvado Predator, dos de las criaturas que paseaban por los 36.000 metros cuadrados del Salón (abierto hasta el domingo).

Con todo, el trofeo fotográfico por el que todos suspiraban ni se movía ni tenía alma, pero sí mucha historia detrás: siete libros, cinco acabados y dos en previsión, y una serie de televisión de las más seguidas de la historia. Así, poderse sentar en el Trono de Hierro, allí donde reside el poder del rey de los Siete Reinos, e inmortalizarlo con una instantánea con John Snow como figurante era una de las actividades que más colas generaron. El sillón regio abre el rincón dedicado a Juego de Tronos donde, entre otros, lucen destacados los fantásticos originales con los que Enrique Jiménez Corominas ha ilustrado las portadas de la edición española de los libros de George R. R. Martin. El apartado es uno más de los que forman parte de Còmics fantàstics, 

Cuatrocientos originales que van desde los más clásicos, como Flash Gordon, a los más recientes, ahí está ¡Universo! Y que tienen en los originales de la década de los 30 de Alex Raymond uno de sus principales alicientes, sin olvidar los dibujos de Francisco Ibáñez de los años 60 de 13, Rue del Percebe con el Doctor Chiflado entre sus inquilinos, el mismo que la censura franquista hizo desaparecer del caótico edificio con el argumento de que solo Dios podía crear vida.

Ayer no había ni rastro de Dios en el salón pero sí de vidas salidas del taller DDT Efectos Especiales como las del fauno del Laberinto del fauno y el demonio de Hellboy. Personajes que, igual que los dioramanas de Star Wars, atraían tanto a los escolares -en esa zona del salón todos luciendo un tocado de papel con la melena rubia de Son Goku cuando se convierte en superguerrero, cosas del merchandising- como a los visitantes de más edad.

A estos últimos, sin embargo, era más fácil encontrarlos en las exposiciones del salón dedicadas a Jaume Perich -una muestra que evidencia que el humor y los aforismos del malogrado artista siguen vigentes-, y a Guillermo y Guillem Cifré -la exposición que deja claro que padre e hijo comparten espacio pero no estilo-. Al lado, en el estand del photocall que da entrada a la muestra sobre Anacleto, volvían a brillar los móviles, pero ahí posaban todos, grandes y pequeños.