El Salón del 'TBO' abre las puertas

Escribir el guion, dibujarlo, montar las planchas, llevarlas a la imprenta, cargar los ejemplares en un camión amarillo con el nombre del ‘TBO’ en rojo y bien grande, y su llegada al quiosco, donde esperan unos ansiosos niños: en 1967, el maestro Cesc plasmó solo con imágenes todo ese proceso de cómo se hacía la revista infantil para celebrar los 50 años de la publicación. Lo hizo en un alargado plafón que hoy, otro medio siglo después y con algún que otro desconchado (huella del paso del tiempo), conmemora el centenario (con 100 originales, claro) en la exposición homenaje del Salón del Cómic que abre este jueves sus puertas. 

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El festival ya hervía el miércoles, pero no con los más de 100.000 visitantes que seguro que lo invadirán hasta el domingo, sino con los técnicos y el equipo de la organización, incluidos los propios comisarios de las muestras, cartelas en mano, como Antoni Guiral y Jordi Ojeda, que terminaban de montar cuidando de que todo estuviera a punto en un recorrido mucho más amplio que otros años, con 50.000 metros cuadrados, que se extiende por los pabellones 1, 2, 4 y la plaza del Univers. 

Un texto del escritor <strong>Javier Pérez Andújar </strong>introduce el paseo por los <strong>100 años del ‘TBO’</strong>, que además de recorrer sus series más memorables, como 'La familia Ulises' y 'Los inventos de TBO', destaca a sus dibujantes más históricos, como Opisso, Urda, Muntañola o Tínez y, en un gran apartado para él solo, a <strong>Josep Maria Blanco</strong>, memoria viva que el año pasado era reconocido con el <strong>Gran Premio del Salón</strong> a la trayectoria. De él no solo se exponen originales de sus años en la revista infantil sino varios de los que hace pocos años reunió en el libro ‘Barcelona de Blanco’, impagables estampas costumbristas de escenarios de la ciudad como el Camp Nou, el Liceu, Canaletas o el puerto, plagadas de sus personajillos.      

DESEMBARCO AÉREO

Es en la plaza del Univers donde un gran hangar acoge la muestra más sonada, sobre<strong> cómics y aviación</strong>, con cinco aviones (un MiG 15, un caza estadounidense Texan, una avioneta Cessna y las réplicas de un Monocoque Hedilla de 1916 y un Chato (nombre popular para el Polikarpov I-15 que los rusos facilitaron a la República), un helicóptero de Vietnam y dos camiones de bomberos de época, uno de los cuales participó en el rescate de víctimas de los bombardeos fascistas sobre Barcelona en 1938. 

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Como complemento, la exposición de <strong>Milton Caniff</strong>, padre de uno de los aviadores más populares del cómic, Steve Canyon, “con 80 originales que reflejan la evolución de su estilo de juegos de luces y sombras”, como señala Guiral que, a medio recorrido, se une a la avanzadilla de ‘plumillas’ para señalar también la de Lucky Luke, el icónico vaquero creado por Morris, escenificada en un clásico poblado del Lejano Oeste donde no pueden faltar su caballo Jolly Jumper (el más listo del mundo) o los villanos hermanos Dalton. A un paso, los vigilan, en otra muestra, unos superhéroes muy descontrolados, como Rorschach de ‘Watchmen’ (del que podrá presumir su dibujante, <strong>Dave Gibbons</strong>, una de las visitas estrella). No muy lejos, otro clásico, Will Eisner, creador de <strong>The Spirit,</strong> recordado por el centenario de su nacimiento con 42 originales y por un panel de ilustraciones de autores españoles como Kim, Paco Roca, David Rubín, Alfonso Zapico, Pepo Pérez, Daniel Torres o Javier Olivares, en las que le rinden homenaje.  

OBJETOS ORIGINALES DE GAUDÍ

Antes, Ojeda apuntaba detalles de la muestra sobre Gaudí, que “por un lado refleja el proceso creativo del cómic <strong>‘El fantasma de Gaudí’, de El Torres y Jesús Alonso Iglesias</strong>, ganador del premio del Salón del año pasado, y, por otro, del propio arquitecto, con piezas originales como su compás, su tiralíneas o un aparato que él mismo fabricó para poder ver fotos en tres dimensiones que le permitían calibrar cómo quedarían sus obras. También fotos y maquetas de la Sagrada Família reconstruidas, pues las suyas, señala, “se destruyeron al inicio de la guerra civil para sacar los perdigones que él había colocado en saquitos que colgaban como pesas para experimentar con los materiales”. “Era un pionero también en reciclaje -añade-. Los trozos de cerámica del mosaico del Parc Güell lo hizo con los que sacó de las casas derruidas cuando se abrió la Via Laietana. 

Desde las 10 de la mañana y hasta las 20 horas de jueves y domingo y las 21 de viernes y sábado, el Salón ofrecerá mesas redondas y conferencias, talleres (cómic, animación, impresoras 3D, ‘youtubers’...), un espacio para los autores y  otro para los videojuegos Nintendo. Muy cerquita, las muestras de Fanhunter y de <strong>Trump</strong>, al que pocos humoristas gráficos se resisten a colocar en su diana.

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