CRÓNICA
La rumba conserva el poder
El concierto 'Rumberos, pugin a l'escenari' puso un trepidante colofón a las noches 'Mediterràniament' en la playa del Bogatell
Jordi Bianciotto
Periodista
JORDI BIANCIOTTO / BARCELONA
Fue una fiesta, un homenaje y una clase académica, además de un recordatorio de aquellos días de gloria que vivió la rumba en torno a los Juegos del 92. Llevando la batuta, Sicus Carbonell y su grupo, Sabor de Gràcia, en versión ampliada, al frente de una selección de voces de varias generaciones y conduciendo, por fin, a buen puerto, en la playa del Bogatell, el desfile de ‘Rumberos, pugin a l’escenari’, que la lluvia frustró en su puesta en escena original, el pasado 25 de julio en el Teatre Grec.
En los pilares del concierto, clímax de la noche ‘Mediterràniament’ del domingo, ya de madrugada, brilló el recuerdo al gran ausente, “el rumbero más grande”, Peret, que fue evocado desde el ‘medley’ inicial con citas a ‘El mig amic’, la eurovisiva ‘Canta y sé feliz’, ‘Una lágrima’... Carbonell, dándole a la guitarra en riguroso modo ventilador, y acogiendo luego a Peret Reyes, que fue cómplice del patriarca durante 38 años. Algarabía en la playa con su ‘Marcha, marcha’, la canción de su fallecido hermano Ramonet, que popularizó Rosario.
Reaparición de Moncho
De la calle de la Cera a la villa de Gràcia con Yumitus del Pichón y con Johnny Tarradellas, y de la rumba catalana más canónica a la crónica intelectual de Gato Pérez (‘Gitanitos y morenos’) evocada por Manel Joseph, de la Plateria, y al atómico flamenqueo de Maruja Garrido, bailonga y descarada en su setentena al ritmo de ‘Son son será’. El momento más emocionante fue la reaparición de Moncho, apartado últimamente de los escenarios por una dolencia en las cuerdas vocales, que cantó con admirable intensidad las aboleradas ‘Levántate’ y ‘Como una estrella fugaz’.
Se abrieron paso con fuerza las generaciones del mestizaje: Gertrudis con ‘La samarreta’ y La Pegatina con ‘El gat rumberu’, recordando el influjo del género en sus batidos rítmicos. Y dos marcas de leyenda: Rumba Tres, con su éxito ‘No sé, no sé’ envuelto en un bonito arreglo de violín, y Los Amaya, ahora con Jose Amaya y su hijo Chiqui portando la llama en ese ‘must’ de la rumba sentimental que responde por ‘Vete’ y en un trepidante ‘Caramelos’.
El concierto, con dirección artística de Albert Puig, mostró los distintos colores y edades de la rumba en una sesión dinámica que solo al final incorporó un acento político en ‘Què volen aquesta gent?’, de Maria del Mar Bonet, revisada según la versión que hace 11 años grabó Sabor de Gràcia. Una canción que, señaló Sicus, “por desgracia se ha vuelto a poner de moda”. Y como colofón, esa ‘Gitana hechicera’ con vistas a Barcelona-92, con todos los artistas en escena reafirmando que “Barcelona tiene poder” bajo la eterna mirada de Peret.
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