EFEMÉRIDE DEL GRUPO BARCELONÉS

Rumbas de un país

Sabor de Gràcia celebra su 20º aniversario con 'Gitanos catalans', un disco con aires reivindicativos que presenta este martes en Luz de Gas

Sabor de Gràcia, con Sicus Carbonell en primer plano, con la guitarra, ayer en Barcelona.

Sabor de Gràcia, con Sicus Carbonell en primer plano, con la guitarra, ayer en Barcelona.

JORDI BIANCIOTTO
BARCELONA

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Hace 20 años que Sabor de Gràcia daba sus primeros pasos con la misión de cultivar y propagar la rumba catalana, y el grupo celebra la efeméride sin mirar hacia atrás, con un nuevo disco que mezcla piezas originales y versiones. Un trabajo, 'Gitanos catalans', que recuerda la vocación del grupo barcelonés de practicar una rumba con mensaje, no circunscrita al baile o el sentimiento, sino con reflexiones sociales y políticas. Hoy lo presentan en Luz de Gas (21.00 horas) acompañados por invitados como Pep Sala, Titot (Brams), Mone, Irrisori y Betty Akna.

«Siempre hemos querido explicar cosas y demostrar que la rumba no solo sirve para bailar y cantar», destaca Sicus Carbonell, portavoz de Sabor de Gràcia desde su condición de cantante, compositor y arreglista, si bien la dirección musical la firma el bajista del grupo, Lorenzo Barriendos. La vocación rumbera está por encima de todo, pero «tienes que dar algo más», apunta. ¿Un discurso? «Hablar del país. Este es el disco más reivindicativo que hemos hecho», señala Carbonell en alusión a canciones como 'Un país normal', 'Tot és mentida' o 'Fills de Babel', donde hablan tanto del derecho a decidir como de los banqueros y los recortes, sin pasar por alto el IVA cultural. «Canciones que tienen que ver con nuestro día a día», subraya. Incluyen una versión del clásico 'D'un temps, d'un país', de Raimon, nueve años después de consagrar un disco completo a los cantautores, 'La cançó amb rumba'. «Nuestra adaptación de 'Què volen aquesta gent', de Maria del Mar Bonet, se ha convertido en un estándar de la rumba», celebra el músico.

Pero el disco lanza otro mensaje que tiene ver con la catalanidad de un colectivo, el gitano, «que lleva aquí desde 1425 y se ha mantenido invisible», señala Carbonell. ¿Aún es necesario? «Sí, porque nosotros no somos como se nos vende a veces. Hay generalizaciones sobre los gitanos en las que no nos sentimos reflejados. Somos gente que no se mete en líos, ni vive marginada, y comemos 'escudella' y 'carn d'olla' por Navidad. Y hemos aportado vocabulario a la cultura catalana: payo, jalar, chaval... Todo esto es caló», enfatiza Carbonell. En Sabor de Gràcia han pasado muchos gitanos y payos, y actualmente los primeros son minoría: cuatro de diez integrantes. «Al coger a un músico miras la musicalidad pero también la disciplina».El disco ofrece novedades en su sonido, menos salsero y atento a otros horizontes: desde las raíces gitanas (han cambiado los metales por un violín) hasta la fusión con el ska. «El giro era necesario porque las cosas han cambiado. Lo que me gusta a mí no es lo que le gusta a mi hijo, de 14 años, que es fan de Txarango. Y el cambio no es para que venga gente joven a vernos, sino porque lo necesitábamos: la gente ya se sabía de memoria la estructura de nuestras canciones», argumenta Carbonell.

Txarango y Marillion

Precisamente, Txarango dejan su huella en el disco. «Tienen mucho respeto por la rumba, y el respeto es la mejor base para todo». Más chocantos son los asaltos a 'Hope for the future', de Marillion, con la participación de su cantante, Steve Hogarth, contactado a través de un amigo común («flipó con la rumba, no vendrá a Luz de Gas porque su grupo está grabando»), y 'Boig per tu'con Pep Sala. ¿No existen ya demasiadas versiones de esta pieza? «¡En rumba no! Y nunca se había hecho cantar rumba a Pep», destaca. Con esas amables perversiones, el mensaje parece concluyente: ¿todo es 'rumbeable'? «El 99% de las canciones. Siempre dejo un 1% de margen por si acaso».