CRÓNICA

Rock superdotado

El incansable Ty Segall demostró virtuosismo e inspiración en Apolo

JUAN MANUEL FREIRE
BARCELONA

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Manipulator (2014) es el último puñetazo en la mesa de Ty Segall, incansable rockero estadounidense que, desde el 2008, no ha dejado de publicar discos, a su nombre o con otros proyectos.

El último puñetazo y, quizá, el más sonoro: un doble disco entre el glam y el rock de garaje con algunas de sus mejores melodías, muchas de ellas bajo la evidente inspiración de la British Invasion (los Beatles, The Kinks...). Tras años dedicado al rock más ruidoso, ahora quiere que se le conozca también por su cuidado en las partituras. Y se le debería conocer, desde luego.

LA LOCURA / Su futuro no pinta mal si tenemos en cuenta el cambio de sala -de la nº 2 de Apolo a la principal- de su directo barcelonés del jueves, así como el fervor entre sus fans. Hubo locura sobre, pero también bajo, el escenario, con pogos, montones de crowdsurfing y sudor en general. Cayeron cervezas enteras sobre desprevenidas cabezas. Pies acabaron sobre caras. Batman -bueno, un tipo disfrazado de Batman- hizo crowdsurfing también. El propio Segall llegó a hacer crowdsurfing sin dejar mientras tanto de tocar la guitarra. Locura, sí.

Solo se escuchó algún silbido cuando el presunto mánager del grupo, Jimmy Longhorn, tomó el escenario antes de salir la banda para explicar la procedencia del grupo (Júpiter) y saludar las bondades de España, sus castillos y su paella. El speech se alargó quizá en exceso.

El resto del directo se pasó rápido, esencialmente porque fue un excelso perdigón ruidoso detrás de otro: Manipulator, It's over, Tall man skinny lady, The faker, The singer (muy David Bowie) y todas las joyas del citado Manipulator, más un puñado de extractos de discos anteriores, entre ellos Imaginary person, que no toca demasiado, o la garage-punk (intensísima) You're the doctor. Gran bajo de otro gran compositor pop, Mikal Cronin, y una batería precisa, Emily Rose Epstein. Y feliz humor absurdo: antes del bis, el bueno de Segall se despidió diciendo «me voy a la playa», así, en castellano.

Abrieron la velada J.C.Satàn, dos italianas y tres franceses que practican un rock de garaje psicodélico-religioso cercano por momentos a Sonic Youth.