CRÓNICA

Un riguroso Javier Perianes

El pianista mostró su madurez en Palau 100 con Beethoven y Mendelssohn

CÉSAR LÓPEZ ROSELL
BARCELONA

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«Un gran artista». La frase del director Antoni Ros-Marbà al finalizar el concierto de Javier Perianes en el ciclo Palau 100 es una buena forma de definir la calidad interpretativa exhibida por el pianista onubense tras enfrentarse el martes, sin concesiones a la galería, a un programa con Men-

delssohn y Beethoven. El medido contraste lleno de sentido entre los dos clásicos ocupó su actuación seguida con mucho interés, entre otros, por unos asediados Shakira y Piqué.

Perianes mostró la madurez artística que le ha convertido en un intérprete muy solicitado. En el Palau exhibió la claridad y profundidad de su discurso. Y un rigor que en la primera parte llegó a parecer frío a un sector de la audiencia, pero que solo demostraba la seriedad de la lectura de las obras elegidas. Por el contrario, en la continuación la sala acabó aclamándole después de su magnífica interpretación de la Sonata para piano, número 31 de Beethoven, que constituyó el momento cumbre del programa.

No le fue a la zaga la sutil recreación del Preludio y fuga en mi menor de Mendelssohn, con la sombra de la influencia de Bach en la partitura. El recogimiento del pianista, que volvió a mostrar su dominio de las dinámicas y un delicado fraseo, llenó de emoción al ya entregado auditorio. Antes, había iniciado la segunda parte con la enigmática Sonata, número 27 del genio de Bonn. El programa había arrancado con cuatro de las Canciones sin palabras, elegidas de los cuadernos de esta colección de Mendelssohn.  La Sonata número 12 de Beethoven llegó de forma natural con una sobrecogedora recreación de la marcha fúnebre del tercer movimiento. Las Variaciones serias del compositor de Hamburgo mostraron la dotación técnica del pianista, que regaló una propina.