Ideas

El rey de los sueños

RICARD
RUIZ GARZÓN

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Ni siquiera la abdicación de la semana podría afearle el título: el jueves pasó Neil Gaiman por Barcelona y volvió a demostrar que a él no hay quien le robe la corona. Lo hizo primero en el CCCB, donde el creador de Sandman dejó a todo el mundo callado mientras explicaba sus experiencias con los refugiados sirios y demostraba que el talento de un inventor de fantasías puede hacer más por la conciencia social que doscientos mítines políticos. Lo repitió en el cierre del acto, donde homenajeó a su amigo Terry Pratchett con una sensibilidad, alusiones al alzhéimer incluidas, que ya quisieran para sí muchos expertos en enfermedades degenerativas. Y lo remató al día siguiente en la librería Gigamesh, cuando arremetió contra quienes asocian indefectiblemente el género fantástico a la evasión y al escapismo.

Gaiman le gusta soñar, sí, le gusta inventar historias de monstruos humanizados, dioses terrenales y adultos inocentes que ocultan niños perversos (o al revés). A veces, incluso, se permite el lujo de parar el mundo y esconderse en refugios secretos a lo Stardust Neverwhere. Si le preguntan, sin embargo, lo tiene claro: «Escribir fantasía no es renunciar a la política. Quitarle poder a la imaginación es un mal servicio a la humanidad. No hay futuro que mejore sin la capacidad de soñar».

No son palabras de ningún ingenuo. El archipremiado autor de American Gods y Coraline, de Interworld y Los Hijos de Anansi, de El libro del cementerio y de la reciente, hermosa y terrorífica El océano al final del camino, ha triunfado en todo tipo de formatos: televisión, cine, radio, teatro, cómic, novela, novela juvenil, novela infantil... y redes sociales, donde cuenta con dos millones de seguidores en su Twitter @neilhimself y con una página de Facebook que supera los 700.000 fans. Como se confirmó durante su visita a Barcelona, es un líder de opinión. Sin esperar a que cristalicen las superproducciones basadas en Sandman o American Gods, en fin, puede decirse ya: Gaiman es un autor lúcido y despierto, un referente de la fantasía con los pies en la tierra, un inventor de mundos que incluye el nuestro. Un agitador cultural. El rey del sueño. De los sueños.