Un libro "sin cuentos de buenos y malos"

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ERNEST ALÓS / Barcelona

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Habrá, dicen, un centenar de libros editados al calor del tricentenario de la caída de Barcelona en 1714. Unos pocos destacarán por su planteamiento novedoso (el esperado 'La ciutat assetjada 'de Albert García Espuche, en marzo), por la reconstrucción visual ('El setge de Barcelona', de Hernández y Pongiluppi) o por el esfuerzo de dar una visión centrada, compleja y al mismo tiempo didáctica, del conflicto. Es el caso, en tan solo 175 páginas, de 'La guerra de 1714' (Pòrtic), del gran experto en la guerra de Sucesión Joaquim Albareda, en colaboración con Joan Esculies. «Como historiadores no podemos engañar a los ciudadanos. Una historia que explica cuentos de buenos y malos como a veces se está dando no nos sirve para explicar el presente. Y en el Born, por ejemplo, hay algunas lecturas demasiado simplistas», opina Albareda, que responde aquí a 14 preguntas clave sobre 1714.

¿Tenía Catalunya un sistema de Gobierno retrógrado?

«Las estructuras políticas que tenía Catalunya eran las de un Estado, excepto en materias como las relaciones exteriores y la guerra, que correspondían a la monarquía. Y sus Constituciones eran el instrumento que regulaba la vida política: unas constituciones que limitaban el poder del rey y, en contra de lo que se ha dicho muchas veces, amparaban a los sectores sociales populares y daban ciertas garantías jurídicas», responde Albareda.

¿Por qué rebelarse, si Felipe V juró las leyes catalanas?

«Las Cortes fueron bien en 1702, pero tenemos que fijarnos que pasa entre 1702 y 1705: sube el sentimiento antifrancés, Felipe V prohíbe el comercio con Holanda e Inglaterra, los aliados de los comerciantes catalanes, y el sector burgués siente amenazado todo su montaje comercial, y los virreyes actúan despóticamente».

¿Se podrían haber conservado esas libertades sin la guerra?

«En la mente del absolutismo ya hay la tendencia a uniformizar y eliminar barreras que limiten el poder del rey. ¿Hubiesen mantenidos su sistema constitucional los catalanes si se hubiesen mantenido fieles a Felipe V? Quizá sí. En Francia los estados provinciales llegaron hasta la revolución».

¿Y si hubiese acabado siendo rey Carlos III de Austria?

«Los Austrias estaban acostumbrados a gobernar sistemas complejos, con religiones, etnias y naciones diferentes. Eran más proclives a una monarquía compuesta».

¿Qué programa tienen los partidarios del archiduque?

«Hay claramente un sentimiento antifrancés. Todos los sectores comerciantes y artesanos tenían claro que no querían la invasión de productos franceses y en cambio querían el comercio con Holanda e Inglaterra. Y todos querían conservar y desarrollar las constituciones. Había un sentimiento constitucionalista muy desarrollado. De hecho, de las Cortes de 1705,Felipe V dice que 'dejaron a los catalanes más repúblicos que el Parlamento abusivo de los ingleses'».

¿Fue también una guerra civil entre catalanes?

«La guerra civil lo fue a escala hispánica: la Corona de Aragón, austracista solo con excepciones, y la de Castilla, mayoritariamente felipista. Para una guerra civil a escala interior de la sociedad catalana debería haber dos bandos sólidos. Y no existen. Los borbónicos son una minoría que se exilia».

¿Podemos hablar de 'Catalunya contra España'?

«No. Es un conflicto que enfrenta una visión política y económica de la Corona de Aragón, o más bien de Catalunya y Valencia, contra la de Castilla. Hay textos editados durante el sitio que dejan claro que se lucha por toda España. 'No penséis que nuestra airosa resolución se reduce a lo angosto de nuestros límites sino que aspira a la cabal libertad de nuestra Península', dice uno de ellos».

¿Pero se llega a plantear una Catalunya separada?

«Sí, en el último año, en el momento republicano de 1713-14. Varias veces los embajadores catalanes formulan en Londres, Viena o La Haya la idea de que, si no puede ser una monarquía hispánica bajo los Austrias, que sea o una Corona de Aragón bajo los Austrias o, al menos, Catalunya y las Illes bajo una archiduquesa o como una república protegida por los aliados».

¿Es una decisión suicida seguir resistiendo en 1713?

«Nos lo puede parecer visto hoy. Pero si nos situamos en aquel momento, sabían que no ganarían nada rindiéndose, que los pasarían por las armas como a los valencianos. Y seguían agarrándose al clavo ardiendo de los compromisos de los ingleses».

¿Existió un ejército catalán regular o solo milicias?

«Catalunya no tenía un Ejército permanente sino contingentes levantados de forma eventual por la Generalitat y por el Consell de Cent, además de la Coronela de Barcelona, la milicia de los gremios, muy bien organizada y respetada. Y los miquelets, que se tienden a idealizar cuando en los dietarios de la época aparecen a menudo como facinerosos».

¿Los borbones trajeron la modernización?

«Si entendemos por modernización que el rey tenga más poder que nunca, sí. Si por modernización entendemos el parlamentarismo inglés y holandés, Catalunya sufrió un retroceso mayúsculo. Perdió la capacidad de tener voz política. Los artesanos perdieron su posibilidad de participar en el poder local. Se instituyó un sistema jerárquico, absolutista, dirigido por militares, que dio lugar a una corrupción colosal».

¿Prosperó Catalunya gracias al nuevo régimen?

«Esa idea parecía enterrada, pero ahora una serie de columnistas pontifican a partir de unas afirmaciones de Vicens Vives de 1952 que han sido absolutamente revisadas. ¿Por qué entonces no prosperó Aragón? La economía tiene sus ritmos, y las bases de la economía catalana estaban ya puestas en 1700 con la especialización de comarcas en textiles, cereales o aguardiente, con comercio exterior, dinero que corre, acceso a la tierra...»

¿Barcelona se puso a trabajar en paz el 12-S?

«Barcelona estaba destrozada, no había ni una casa que no hubiese recibido una bomba. Los talleres y las despensas estaban vacíos. Lo que sucedió es que los miembros de la Coronela se quitaron rápidamente el uniforme y se pusieron su ropa de trabajo. Porque la represión fue durísima. Se practicó una política de terrorismo».

Casanova salió indemne. ¿Fue un traidor?

«En el momento de la resistencia final estaba allí, con la bandera de Santa Eulàlia. No había dejado la ciudad y cumplió con sus funciones. Nadie sabe el nombre del presidente de la Generalitat porque no estaba en Barcelona. Que pronto vuelva a ejercer como abogado crea un agravio comparativo con personajes como Dalmau o Villarroel, encarcelados hasta 1725. Pero eran militares, no civiles. Y algún contacto tendría».