UN MONTAJE CON TAQUILLA INVERSA EN EL TANTARANTANA
La rebelión de Dario Fo
Dario Fo la escribió en 1974, la revisó en el 2008 y hoy, casi cuatro décadas más tarde de su creación, la comedia Non si paga non si paga! (Aquí no paga ni Déu en catalán) se erige ya desde el título en una pieza más actual y oportuna que nunca. La rebelión contra el sistema de un grupo de trabajadores abocados a la miseria llega al Tantarantana en una adaptación de Carles Fernández Giua -también director- y Elies Barberà, titulada Si no ens paguen, no paguem! Una versión del texto actualizado hace un lustro por el Nobel italiano que, en palabras de Giua, ha intentado recoger el «espíritu» de su escritura. «Es un teatro directo, arraigado en el presente, sin concesiones, y que usa la comedia como vía para la denuncia social», declara.
En coproducción con el Tantarantana, las compañías Teatre de L'Enjòlit y La Conquesta del Pol Sud han aunado esfuerzos para llevar a escena, hasta el 14 de abril, esta demoledora crítica «del mercantilismo imperante y la pérdida de valores colectivos», enfatiza Giua, que dirige a Albert Alemany, Elies Barberà, Jenny Beacraft, Marta Montiel y Arnau Marín.
Asalto al supermercado
El detonante de la trama acontece en los supermercados. La situación de explotación y el encarecimiento de los precios lleva a los indignados personajes a llevarse la comida sin pasar por caja o pagando lo que consideren justo. La revuelta se extiende por la ciudad, pero no complace a todos.
El conflicto estalla en una pareja con ideas contrapuestas. Antònia (Montiel) es una superviviente nata que llega a casa con el botín robado. Su compañero, Joan (Barberá), muy legalista y esquivo a la desobediencia civil, la reprende: las normas están para cumplirlas. «Se pasará la función recibiendo hostias del resto de personajes, que cuestionarán sus convicciones», dice Barberà.
El debate está servido. ¿Hemos de cumplir todas las normas? ¿Hasta dónde? ¿A qué extremo hay que llegar para cambiar las cosas? Preguntas, recuerda Giua, que hoy están en la calle. En una realidad que se ha empeñado en ir mucho más lejos que cualquier ficción, como recordó Barberà al hilo del último espectáculo de las compañías, Corrüptia, una regió de l'Est, inspirada en el caso Gürtel «¡Aquello eran menudencias en comparación con lo que está cayendo!».
Si no ens paguen, no paguem, en consonancia con la temática, se acoge a la iniciativa de la taquilla inversa aplicada también en la Beckett. El público pagará después de ver la función lo que crea justo. «Es el momento de reinventar muchas cosas. No queremos que el precio sea un impedimento para ver la obra», declara el director. Pero no se olviden de pasar por caja.
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