EL LIBRO DE LA SEMANA

La realidad y su reflejo

'El huérfano' acaba siendo una admirable novela picaresca

Concentración de soldados norcoreanos.

Concentración de soldados norcoreanos.

SERGI SÁNCHEZ

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¿Es El huérfano una puesta al día de las estrategias del Nuevo Periodismo? Adam Johnson juega con la ventaja de quien escribe sobre un misterio cerrado a cal y canto. Si el trabajo de Tom Wolfe y Hunter S. Thompson se basaba en la lisérgica experiencia directa, Johnson tuvo que conformarse con siete años de ardua investigación y un breve tour por Corea del Norte para tomar nota del color local. Nada se sabe de los creyentes en la utopía comunista de Kim Jong-Il, más allá de lo que imaginamos como un infierno auténtico, una materialización hambrienta de lo que Orwell describió en 1984. Cuando Johnson dice que El huérfano es un texto de ciencia-ficción, en línea con sus anteriores libros, no está quedándose con el lector: es una novela realista en la medida que es también una novela distópica.

BIOGRAFÍA MUTANTE / Buena parte de la grandeza de El huérfano es no permitirnos saber qué es y no es real. Esa doblez, ese pliegue, es una operación puramente literaria, que se refleja con especial lucidez en la construcción de su protagonista, Jun Do, que no es huérfano aunque todo el mundo crea que lo es; que mata y secuestra para el Querido Líder pero acaba en un campo de trabajo; que acaba asumiendo la identidad de un contrarrevolucionario; y que se convertirá en héroe antipatriota a su pesar por el amor de una mujer. Que su biografía sea tan mutante es una cuestión política: en un país en el que todas las noticias del exterior se consideran virus letales, la única manera de sobrevivir es no ser nadie, despojarse de la historia propia de la misma manera que los jemeres rojos eliminaban los nombres de sus cautivos apelando a la voluntad del pueblo devastado.

Que El huérfano termine teniendo la forma de una novela picaresca, admirablemente escrita, no debería ser un problema. Frente a los genocidios del siglo XX, las torturas y miserias que describe Johnson aún no están legitimadas por el devenir de la Historia. Que lo que cuenta pueda estar ocurriendo mientras escribo estas líneas es escalofriante, y a la vez le otorga un carácter irreal, absurdo, imposible. Cuando la biografía de Jun Do se transforma en la biografía del comandante Ga, cuando los mensajes panfletarios que escupen los altavoces aparecen más a menudo para puntuar el relato, cuando el interrogador cuenta historias de contrarrevolucionarios con el fin de atrapar su memoria, El huérfano, que había asumido el hiperrealismo de una confesión a flor de piel, empieza a convertirse en un relato fractal que puede entenderse como una relectura posmoderna de las novelas de espionaje típicas de la guerra fría o de las novelas de aventuras bélicas protagonizadas por héroes de la Resistencia. Podría parecer que Johnson está siendo frívolo con el terrible presente de Corea del Norte, que aún no tiene la suficiente distancia histórica para jugar al escondite él,  pero ¿cuándo sería el momento adecuado? Sí, Adam Johnson es pionero en la materia: la estructura dual de la misma novela nos informa de que, más allá de diseccionar el régimen totalitario de Kim Jong Il, al escritor, ganador de un merecido Pullitzer, le interesa plasmar en palabras la realidad y su reflejo.

3EL HUÉRFANO

Adam Johnson

Trad.: Carles Andreu

Seix Barral. 608 p. 22 €