CONCIERTO

Ramon Mirabet, música en la cabeza

El cantante muestra su segundo disco, 'Home is where the heart is', en el Festival de Cap Roig, que le acoge en un doble cartel coronado por Iván Ferreiro

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Jordi Biaciotto / Calella de Palafrugell

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La carrera de Ramon Mirabet ha dado un salto hacia adelante con las canciones confesionales y especiadas, cruce de cantautoría folk con inmediatez pop e influencias de la música negra, de su segundo disco, 'Home is where the heart is'. La ruta que le llevó meses atrás a Razzmatazz recala este lunes en el Festival de Cap Roig, donde comparte cartel con el gallego Iván Ferreiro, excantante de Los Piratas.

Una ocasión para degustar las canciones de un artista de extraña trayectoria: bardo trotamundos que paseó el platillo por las calles de varias ciudades europeas, estrella de 'talent show' en Francia durante un año y, ahora, cantautor hecho a sí mismo cuya ambición es "emocionar a la gente", aunque, a sus 34 años (que cumple precisamente este lunes), se ve aún en proceso de construcción. "Creo que estoy todavía lejos de conseguir lo que quiero, aún me estoy encontrando musicalmente, solo me emociono cuando al final tocamos 'Home is where the heart is', mi canción más importante. Quisiera vivir esa sensación todo el tiempo", explica este cantante y guitarrista nacido en Sant Feliu de Llobregat.

De la calle al estudio

En sus conciertos hay un diálogo con el público que fácilmente puede atribuirse a aquel rodaje en la calle, que comenzó a raíz de un Eramus en París hace una década. "La calle es la selva, pero los recursos para atraer la atención del público no son siempre los mismos: lo bonito es que no hay una fórmula", apunta. Y, aunque el trabajo en el estudio le apasiona ("me encanta definir hasta dónde se viste o se desnuda una canción"), considera el directo como su hábitat. "Lo necesito, y cada vez más".

Su paso por el programa de la televisión francesa 'Nouvelle star', en el 2010, le convirtió en figura mediática, pero aunque le sirvió como aprendizaje no aprovechó el momento para lanzarse a la arena pop. "Salía a la calle y tenía paparazis esperándome, pero no me identificaba con lo que cantaba, no era aquello lo que quería hacer", explica. No grabó su primer disco, 'Happy days', hasta tres años después, ya en Barcelona y sin pensar en mercados internacionales. "Si fuera por proyección, lo habría hecho en francés y español, que era lo que me pedían".

Su repertorio en inglés asume metas más elevadas en su segundo disco, aunque Mirabet pone por delante sus limitaciones técnicas. "No he estudiado música y todos los instrumentos los tengo en mi cabeza. Cuando hablo con los músicos, ellos saben ponerse a mi nivel, ya que yo no me puedo poner en el suyo", señala. Pero se acoge a una idea: "cuando haces algo que sientes de verdad, la gente lo percibe y hace que sea real".