CRÓNICA

Quintana, en clave de rock'n'roll

El cantante estrenó 'Tothom ho sap' con un fogoso recital en el Guitar Festival

Gerard Quintana y Xarim Aresté, la noche del viernes en la sala Barts.

Gerard Quintana y Xarim Aresté, la noche del viernes en la sala Barts.

JORDI BIANCIOTTO
BARCELONA

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Gerard Quintana se las ha arreglado para que su regreso al rock'n'roll no tenga aspecto de retroceso, renuncia o concesión al público que en el 2011 aplaudió el regreso de Sopa de Cabra, sino más bien de reconstituyente radical. Buen ojo, al elegir a Xarim Aresté, un músico fogoso y en expansión creativa, y no simplemente un buen guitarrista, como cómplice de este Tothom ho sap, que el viernes estrenó en la sala Barts, dentro del Guitar Festival.

Entre aquel Quintana recogido, un poco místico, que hace una década, cuando buscaba un lenguaje en solitario en Les claus de sal, cantaba a Joan Margarit y Jordi Guardans con guitarras acústicas, prescindiendo de batería, y el frontman rockero de la otra noche hay una notable distancia. El repertorio de Tothom ho sap, que sonó en su integridad, mostró unos relieves de rock stoniano infeccioso, con toques negros realzados por dos músicos de viento. Todo muy clásico, con canciones que transmitían una excitación old school, como la que abrió la noche, 1000 preguntes, prima hermana de Rocks, de Primal Scream. Quintana se presentó con una banda renovada con músicos baleares, como el guitarrista ibicenco Joan Barbé, de Projecte Mut.

Cuando encabezaba Very Pomelo, Aresté se distinguió por exprimir y despellejar las enseñanzas del rock canónico en canciones descaradas, llenas de vitalidad y un poco abolladas, y ese mismo espíritu se apreció en piezas como la atolondrada Els inventors y esa Tot el que sents con fibras soul. Otro punto de luz lo trajo Pin ball, una de las mejores partituras, coronada por un emotivo estribillo. Con todo ello, Quintana se mostró rejuvenecido, listo para cantar incluso a la lujuria nocturna del «rock'n'roll way of life» («arribarem al cel aquesta nit») como cuando tenía 20 años, en los principios de Sopa.

SINTONÍA SOPERA / El cantante de Girona hizo tabla rasa en el repertorio solista y solo rescató dos piezas de su anterior producción: Caic, endurecida, y un Giròvags menos esotérico, más terrenal, con guiños a Gimme shelter, de los Stones. Prefirió acudir al catálogo de Sopa con Si et va bé, Deixa'm dir una cosa, El boig de la ciutat, No vull canviar de pell y, en el último bis, L'Empordà, aunque antes de terminar cedió el foco a Aresté en la despeinada La feinada que ens queda (de su disco en solitario, Lladregots) y ofreció una primicia: Dolça buidor, versión de Oh! sweet nuthin', de The Velvet Underground, que incluirá en un disco de homenaje a Lou Reed que ha cocinado la revista Enderrock. Tradicionalismo rockero con tensión. Quintana ha vuelto a casa.