LA DURA COMPETENCIA POR EL 'THRILLER' DEL VERANO

¿Quién venga a quién?

Mikel Alvira, autor de éxito en el País Vasco, busca nuevos públicos con 'La novela de Rebeca', un juego literario con muertes en serie

El escritor Mikel Alvira.

El escritor Mikel Alvira.

ERNEST ALÓS / BARCELONA

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Mikel Alvira (Pamplona, 1969) es un best-seller de kilómetro cero. Sus anteriores libros se habían distribuido únicamente en el País Vasco y Navarra: y aun con un público potencial reducido, su título de más éxito, El silencio de las hayas, alcanzó los 12.000 ejemplares en ocho ediciones. Ahora se prepara para dar un paso adelante de la mano de Ediciones B, de la agente literaria Antonia Kerrigan, representante de María Dueñas y Carlos Ruiz Zafón, y de su estreno en el género negro, La novela de Rebeca. Estreno a medias. O mejor dicho, género negro a medias. Porque en su novela conviven dos novelas. La primera, la de Simón Lugar, un escritor que trabaja en su próximo libro, acuciado por su esperpéntica agente Úrsula Fibonna, inspirado por la misteriosa Eme y pendiente de las desgracias de la frágil Luz y su hija, allí en Buenos Aires, donde una amenaza que desconocemos pende sobre dos siniestras hermanas. La otra, que sí es abiertamente negra, es la que escribe Lugar, protagonizada por Rebeca, una periodista del pijerío vizcaíno absorbida por una trama de truculentas venganzas en serie. Y los sucesos de una de ellas aparecen sospechosamente deformados en la otra.

La trama mezcla («ha sido un juego literario divertido», asegura el autor) las dos novelas (con tipografías diferenciadas), los tiempos (yendo adelante y atrás) y los lugares (la costa de Uribe, Buenos Aires y la Provenza). «Ha sido una novela compleja de crear pero precisamente para que no sea compleja de leer; no es lineal, es cierto, pero es que la vida no es lineal. Y he comprobado que toda la gente que lo ha leído no se pierde, me he dirigido a un lector inteligente y le he dicho que vamos a jugar con la estructura y a hacernos preguntas», explica Alvira en Bilbao. Allí vive, y ha presentado su libro acompañado de la prensa local (con la que sobran presentaciones, aunque tras un parón de dos años el autor les avisa de que ha querido probar que podía escribir de otra forma, «más audaz y más directa») y periodistas venidos de otras partes que pisan terreno desconocido.

El final de la novela arroja dudas, muchas dudas, sobre la relación entre las dos novelas, la de Rebeca y la de Simón. «Se trata de ambigüedad, que no de confusión; el lector puede llegar a una conclusión», sostiene. Cada lector llegará a una; pero no necesariamente a la misma, y esa es una de las gracias del libro. Y no sigamos por aquí, que el respeto al intriga que mantiene La novela de Rebeca no permite dar el paso al spoiler.

Entre quienes recomiendan La novela de Rebeca figura su colega Víctor del Árbol. Podría pensarse (y los títulos de los anteriores libros de Alvira alimentarían las sospechas) que eso implica alguna relación entre la esforzada prosa del catalán y la de Alvira. Y no se trata de eso. Al menos en una de las dos novelas (un poquito sí, en cambio, en la otra; pero es que es Simón Lugar quien tiene una visión idealizada de la escritura que no tiene por qué compartir necesariamente su creador).

Truculencias

La novela de Lugar va más por lo introspectivo, con un autor que le da vueltas a qué debe ser la creación literaria. «Escribo con el pecho, me interesan mucho las emociones de mis personajes, no solo sus acciones, y aún más pulsar las emociones de los lectores», dice Alvira. La de Rebeca, en cambio, utiliza los mecanismos más directos y expeditivos del género negro, tarantinescos a veces, con asesinatos truculentos, huesos triturados sistemáticamente con su propietario aún en vida, crucifixiones con pistola de clavos, introducciones masivas de líquidos en un sujeto maniatado... Realmente, hay alguien en este libro que está muy, muy enfadado por algo que ha sucedido en el pasado.

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