ICONO DE LOS AÑOS DE LA DEPRESIÓN

La prodigiosa Shirley Temple

La que fue la actriz infantil más famosa de Hollywood muere a los 85 años

Shirley Temple, en imagen sin datar de su época gloriosa como estrella infantil. Abajo, en el 2006.

Shirley Temple, en imagen sin datar de su época gloriosa como estrella infantil. Abajo, en el 2006.

ELENA HEVIA
BARCELONA

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Es difícil hacerse hoy a la idea de lo que en Estados Unidos representó la figura de Shirley Temple, el kilómetro cero de todos los niños y niñas prodigio que en el mundo han sido, desde Marisol pasando por Joselito hasta llegar a Hannah Montana. Solo hay que recordar que el presidente Franklin Delano Roosevelt, al frente de un país vapuleado por  la Depresión y necesitado de imágenes amables, no tuvo la menor vergüenza en declarar: «Mientras nuestro país cuente con Shirley Temple, vamos por buen camino».

Ayer, casi 70 años después de que su fama se apagase, Shirley Jane Temple, o Shirley Temple Black, como se la conocía tras adoptar el apellido de su segundo marido, falleció en su casa de Woodside (California) a los 85 años. El tiempo había relegado a mera reliquia a la que en los años 30 fue la actriz más famosa del mundo, una niña que sin levantar más de un metro del suelo con tan solo seis años, salvó de la ruina a la Fox, uno de los estudios más poderosos.

Habilidosa bailarina de claqué, de ojos chispeantes, apretados rizos y simpáticos hoyuelos, Temple se dio a conocer en una serie de cortos. Pero fue entre 1933 y 1940 con películas almibaradas y cursis hasta decir basta -Ojos cariñosos, La pequeña coronela, La simpática huerfanita, Pobre niña rica, La mascota del regimiento- cuando se convirtió en una máquina de hacer dinero. De hecho, en 1935, con tan solo siete añitos, relegó a una luminaria como Clark Gable de lo más alto del podio de los actores mejor pagados. El juguete más deseado por entonces era una muñeca Shirley Temple.

Cómo llegó hasta ahí, en un momento en el que en la industria del espectáculo no existían leyes contra la explotación infantil, no fue exactamente un camino de rosas. Así, aunque era un prodigio de profesionalidad, más de una vez tuvo que sentarse en un bloque de hielo como castigo a su «mal comportamiento», además de ser obligada a trabajar mientras sufría una dolorosa otitis o a bailar con una herida en el pie. Tal era su habilidad para interpretar que muchos de sus colegas se declararon inquietos por una niña capaz de manejarse como una adulta.

Su carrera se apagó rápido cuando llegó a la adolescencia en los años 40: la Fox se la quitó de encima y la Metro no consiguió consolidarla como actriz adulta en una serie de películas anodinas. A los 17 años se casó con John Agar, un soldado condecorado reconvertido en actor de segunda fila que dilapidó su matrimonio a golpe de borracheras e infidelidades. En 1950, en unas vacaciones en Hawái, Temple conoció al empresario Charles Alden Black, con el que permaneció hasta la muerte de él, en el 2005.

CARRERA POLÍTICA / A diferencia de muchos de los niños prodigios que Hollywood inventó tras ella, Temple logró salvarse de la quema y la autodestrucción. Abandonó el cine, coqueteó con la televisión y se metió en política. Miembro del partido republicano, Nixon la hizo representante de las Naciones Unidas. Embajadora en Ghana y Checoslovaquia, en 1976 fue la primera mujer en ser nombrada jefe de protocolo en la Casa Blanca. Y mucho antes que Angelina Jolie, fue  una de las primeras celebridades en hacer públicas su mastectomía tras padecer cáncer de pecho

En los últimos tiempos, retirada de todo, valoraba con humor su pasado: «Yo estaba en la misma categoría que Rin Tin Tin. Al final de la gran Depresión, la gente buscaba animarse, así que se enamoraron de un perro y de una niña».