CONCIERTO BENÉFICO EN EL LICEU

Miguel Poveda contra el cáncer

El cantaor deslumbró en el concierto 'Música para la investigación'

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JORDI BIANCIOTTO / BARCELONA

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El cante de Miguel Poveda, aliado de la poesía, tuvo un alcance más hondo si cabe, más trascendente y comprometido con la vida, en la gala de anoche en el LiceuMúsica para la investigación, destinada a recaudar fondos para la lucha contra el cáncer. Concierto de un solista carismático pero a la vez colectivo, lleno de invitados y complicidades, con mención de honor para el doctor Pere Gascón, «nuestro querido ángel», así lo presentó Poveda, «el salvavidas, que sigue trabajando para darnos esperanza y luz».

Al laboratorio oncológico que dirige en el Hospital Clínic irán a parar los beneficios de esta gala sentida y vivida a cada compás y cada quiebro vocal de Poveda en sus citas a poetas como Miguel Hernández, autor de Para la libertad, la canción que abrió la noche. Lo presentó el actor Jorge Lucas, que el año pasado superó un cáncer de estómago, y que se dirigió a quienes sufren la enfermedad animándolos a apostar por los investigadores. «Que confíen en ellos, que se rían y se sanen, que se puede». El concierto contó con el apoyo de la AECC, Asociación Española Contra el Cáncer, con presencia en el Liceu de su vicepresidente (presidente en Catalunya) Juli de Miquel.

Fondeando en el repertorio de su último disco, Sonetos y poemas para la libertad, que presentó tiempo atrás en el mismo Liceu, con la cita a Lorca de El poeta pide a su amor que le escriba, Poveda tuvo unas palabras en atención al 25º aniversario de los Juegos de 1992. «Como barcelonés que soy, y badaloní», si bien recordó que aquel verano no pudo estar muy pendiente de los atletas. «Me tuve que ir a la mili, mientras se celebraban los juegos yo estaba ahí en el campo de tiro», reveló con aire tragicómico.

El desfile de voces invitadas lo abrió Ana Belén dándole una brillante réplica en una canción con texto de rompe y rasga, Donde pongo la vida pongo el fuego. Luego, Manuel Carrasco, el único que coló una composición propia, Mujer de las mil batallas, muy cercana al espíritu de la noche. «Puede ser el himno de esta gala», estimó Poveda en atención a estrofas como «un poquito más, que sí se puede / Uno y otro más, mujer valiente», que cantó con en un formato reducido a guitarra y coros. Excepción en un concierto que, en sus tramos centrales, contó con sección de cuerda y palmeros, guitarras flamencas, la trompeta jazzie de David Pastor y, en el puesto de mando, el piano de Joan Albert Amargós.

Salió el actor Ángel Ruiz con un recitado comprimido de Quevedo: «Quiero dormir un rato, un rato, un minuto, un siglo, pero que todos sepan que no he muerto». Y Vanesa Martín, clamando por «la gente que lucha por nuestras vidas» y acercándose al pop en Hielo abrasadorPedro Guerra, autor de muchas de las músicas del último Poveda, cantando A Sabicas, y el cantaor en solitario, acudiendo a Alberti y Gil de Biedma.

Un festival jondo

A partir de ahí, un paulatino descenso al flamenco a ras de suelo: de la mano del guitarrista Jesús Guerrero vino el Poveda más desnudo y jondo, sillas dispuestas en forma de media luna y la garganta volcada en las malagueñas, las alegrías (con el baile prodigioso de Eva Yerbabuena), las seguiriyas y esa bulería en torno a Oda a Walt Whitman, de Lorca, con palmas y cajón. Estiraron el festín el baile de Antonio el Pipa y cante de la jovencísima María Terremoto, cuyo apellido artístico lo dice todo.

Dos ausentes, Alejandro Sanz y Serrat, hicieron oír sus mensajes en la pantalla de vídeo, y en el tramo final, un agradecimiento a Lluís Cabrera por los años de aprendizaje en el Taller de Músics y el último invitado, el violín vertiginoso de Ara Malikian, en un arrebatado asalto a la copla Vente tú conmigo. Otro punto álgido, camino de las tres horas de concierto, de una noche que pervivirá no solo a través del recuerdo: TVE grabó el concierto para su emisión este sábado en una hora por precisar de su franja de prime time.