crónica

Un poético Serrat sinfónico

El cantante abrió Peralada con un recital dominado por Miguel Hernández

Joan Manuel Serrat, con la Medalla de Honor del festival de Peralada, que le fue entregada el viernes.

Joan Manuel Serrat, con la Medalla de Honor del festival de Peralada, que le fue entregada el viernes.

CÉSAR LÓPEZ ROSELL
PERALADA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Fue una noche cargada de poesía. Y de homenajes. ¿Y qué mejor que caminar verso a verso para encender las velas de 25º aniversario del Festival de Peralada? Esto es lo que hizo Joan Manuel Serrat el viernes para rendir su tributo a una muestra que lo ha acogido en 13 ocasiones. El artista quiso dar protagonismo a Alberti, Machado y, sobre todo, a Miguel Hernández. Y aunque el solemne formato sinfónico le restó intimidad y cercanía, acabó siendo aclamado por un público entregado.

Carme Mateu de Suqué, presidenta de la muestra, le entregó la Medalla de Honor del festival, destacando la complicidad del cantante con el festival y recordando el trato cariñoso recibido por parte del artista cuando ella estaba superando una grave dolencia. No es de extrañar que Serrat se sintiera «como en casa».

AMARGÓS Y MIRALLES/ Con Albert Amargós, autor de los arreglos para la ocasión, al frente de la implicada Orquestra Simfònica del Vallès (OSV) y su fiel escudero Ricard Miralles al piano, el cantante entró en materia. La proyección de imágenes alusivas a las canciones acompañó la interpretación de las mismas. Arrancó conLa palomay llegaronCançó de matinada, Aquellas pequeñas cosasyEl meu carrer. En este tramo, la sonoridad orquestal sobrepasó a veces la voz del artista y ello dificultó la recepción de sus letras. Por suerte, las cosas mejoraron cuando le llegó el turno a Miguel Hernández.

«En mi época su nombre era un secreto y un silencio --dijo al presentar las canciones del poeta--. Mis padres no sabían quién era y mis maestros, si lo sabían, no se atrevían a decirlo. Fue ignorado por los vencedores de la guerra, por rojo, y por los perdedores, por pobre».Tres heridasarrancó la primera gran ovación. Luego siguieron Las desiertas abarcas, Dale que dale, la bellísima Elegía, la conmovedoraEl hambre,la popularNana de la cebolla, Hijo de la luz y de la sombray la reivindicativa y aclamadaPara la libertad.

Apareció la ironía de Fa vint anys que dic que fa vint anys que tins vint anys.El artista explicó que la constante demanda le ha obligado a reestructurar la canción original. «Pero, ¿dónde se ha visto un catalán que rechace un éxito así?».Seria fantásticyDisculpe el señor,con Miralles al piano, nos devolvió al Serrat más próximo. Y El carrusel del furo, la sensiblePare y la clamorosaCantares,alNano más explosivo. En los bises no podían faltar Mediterráneo niParaules d'amor, coreada por los espectadores. Y el final no pudo ser más espectacular conLa saeta,arropada por unos buenos arreglos orquestales.