Sergi Pérez: «Mi película es una obra llena de rabia»

El director catalán presenta su ópera prima, 'El camí més llarg per tornar a casa', en el Festival de Sevilla

El director catalán Sergi Pérez.

El director catalán Sergi Pérez.

NANDO SALVÀ / SEVILLA

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-¿Qué le inspiró a fijarse en un personaje como Joel (Borja Espinosa)?

-Quise dar una visión realista pero a la vez personal de ese vacío y esa reacción animal e irracional que provoca la pérdida en los momentos previos a aceptarla. Surge de una experiencia personal mía, aunque no es una película autobiográfica. De hecho, en una versión previa resultaba demasiado onanista, pensé que no la iba a entender nadie, de modo que decidí poner algo de distancia y pensar más en el espectador.

-La película evita todo tipo de sentimentalismo. ¿Fue una decisión deliberada? 

-Sí, no quería caer en el terrorismo emocional, lo detesto. Tampoco quise cerrarle al personaje ninguna herida ni reservarle algún tipo de redención o de final feliz. No habría resultado creíble, porque por mi propia experiencia comprendí que el dolor es algo que te acompaña para siempre, y que tardas un tiempo en averiguar cómo gestionarlo. Me interesó configurar para el personaje un periplo casi homérico, como una sucesión de encuentros y estímulos, algunos de ellos tan burdos como un orgasmo, a través de los que intenta no mirar de cara a la pérdida.

-Asimismo es una película muy arriesgada porque está construida alrededor de un personaje que no resulta querible, un tipo que incluso se atreve a maltratar a un perro. ¿No tuvo dudas al respecto?

-Sí, soy consciente de que si hay algo que los espectadores no perdonan a una película es que incluya maltratos a un animal. Pero aquí está justificado porque el grito del perro es una metáfora del grito existencial del propio Joel. No me gustan nada los personajes diseñados para caer bien, y al trabajar fuera del sistema puedo permitirme no hacer ese tipo de concesiones. Me gustan los personajes que no gustan. Me encantó La pianista, por ejemplo, aunque no me estoy comparando con Michael Haneke. Además me resultaba imposible escribir un personaje amable, porque lo que vive él es lo mismo que viví yo, y pasé por un rechazo muy extremo de la realidad.

-¿Cómo ha sido el camino hacia El camino més llarg per tornar a casa?

-Muy largo. Yo he tardado cinco años en rodar mi primera película, mi primera opción fue un proyecto excesivamente comercial que acabé abandonando porque no quería estrenarme con ese tipo de cine, pero cuando tuve un segundo proyecto listo estalló la crisis, y de repente nadie quería ayudarme a sacarlo adelante. Esta película es mi forma de decir: «Tengo 38 años, estoy preparado para contar historias. Por favor, que alguien me escuche». Es una obra llena de rabia.