IDEAS

Palabra de poetas

DOMINGO RÓDENAS

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Que la poesía es cosa de pocos no es novedad. Siempre ha sido negocio de minorías más o menos exiguas que han reconocido en ella una rara alianza del lenguaje con la experiencia emotiva y sentimental. A finales del siglo XIX,Paul Valéry le decía aMallarmé que en cada ciudad de Francia había un joven desconocido que se dejaría despedazar por sus versos. Nieves de antaño. Los orfeos de hogaño quizá se dejarían antes desmembrar por un paseíllo triunfal blogosférico o un buen masaje propagandístico.

El poeta es un fingidor, sí, que, como escribióFernando Pessoa en 1931, «finge tan completamente / que hasta finge que es dolor / el dolor que de verdad siente». Luego los lectores añaden en «el dolor leído» un tercero, «no los dos que el poeta tuvo» sino «solo el que ellos no tienen». He ahí la matemática secreta del poema (y de la gran literatura): la fabricación de artefactos verbales que producen intensos efectos de experiencia. Los poetas modernos han sido proclives a acompañar su obra de una consistente reflexión sobre las razones de la misma, a veces más valiosa que su propia poesía, como le ocurrió aEdgar Allan Poe. Su cerebral filosofía de la composición separaba al hombre que siente del artífice que diseña y da forma; cautivó aBaudelairey, tras él, aMallarméyValéry, yT. S. Eliot, en una sucesión que fue también un relevo en el que la doctrina de la alta consciencia constructiva del poeta fue refinándose hasta alcanzar su formulación en un ensayo esencial,La tradición y el talento individual.Ahí alertó de que para el creador el ejercicio de la crítica es tan inevitable como el respirar, que al escritor moderno se le aparece toda la literatura europea en un orden simultáneo, que cualquier obra de arte (merecedora del nombre) repercute en las que le precedieron o que la perfección del artista estriba en la magnitud de su impersonalidad.

La idea de reunir los textos que dibujan ese itinerario, desdePoe hastaEliot, ha sido de otro poeta,Antoni Marí: el resultado se titulaMatemática tiniebla(Galaxia Gutenberg) y es un libro de excepción que ojalá escape a la tendencia general desde que la prisa (y la prosa) gobierna el mundo (de las letras): «todo el mundo tiende a leer solo lo que todo el mundo habría podido escribir» (Valéry). Hago votos por ello.