En el país de las librerías

Una empresa pública compra locales y los alquila para mantener el tejido librero en París

UNA LIBRERÍA EN UN LOCAL PÚBLICO Fundada en pleno Marais, la librería Comme un roman semudó más al norte, al lograr el alquiler de un local de 200 metros cuadrados de propiedad municipal.

UNA LIBRERÍA EN UN LOCAL PÚBLICO Fundada en pleno Marais, la librería Comme un roman semudó más al norte, al lograr el alquiler de un local de 200 metros cuadrados de propiedad municipal.

ERNEST ALÓS
PARÍS

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

También en París se arman dramas cuando cierra una librería. También allí Amazon es una dura competencia y el mercado inmobiliario es hostil. Pero el índice de lectura no permite comparación alguna con el nuestro, la piratería es testimonial ante las amenazas punitivas y el mercado del libro digital es ínfimo (saboteado a conciencia por las editoriales con una política de precios mucho más dura que la española). Una delegación del Icub mantuvo el pasado miércoles un par de reuniones para conocer otro hecho diferencial, las políticas públicas de apoyo a las liberías. Si hubiesen estado también presentes algunos libreros locales, quizá se hubieran sentido como Alicia en el país de las maravillas (al ver los números, un gerente municipal seguramente habría mirado su reloj y hubiese salido corriendo).

Primera parada en la librería Comme un roman. Charla con los libreros, Karine Henry y Xavier Moni, y con Laura de Heredia, impulsora de la asociación Paris Libraries, con 102 asociadas. Sus primeros logros han sido crear, en julio, el día de las librerías y una web en que difunden sus actividades y donde se puede consultar el libro que se desea, saber en qué librerías está disponible y encargarlo para recogerlo en la librería que prefiera. «Queríamos evitar que el cliente nos pida un libro, le digamos que lo tendrá en tres o cuatro días y nos responda que vale, que lo pide en Amazon, porque la gente quiere tenerlos en 48 horas», explica De Heredia. Parece difícil que los libreros catalanes, aun agremiados, se pongan de acuerdo así, pero es cierto que también han ido más lejos, por ejemplo, creando una tienda de libro on line común, Liberdrac «Aquí ofrecemos enlaces desde nuestra web. Comme un roman solo ha vendido 40 e-books, a solo dos clientes, en dos años», explica Mori.

Exenciones, créditos...

Pero el viaje al país de las maravillas empieza cuando los libreros explican las ayudas a las que pueden optar. Exenciones fiscales si dedican a salarios al menos el 12% de su facturación, subvenciones por actividades de promoción de libros de fondo y (estupor) los editores han creado un fondo para que las nuevas librerías arranquen con un crédito con dos años de carencia. Además, explican, esta librería de dos plantas, 200 metros cuadrados y 26 metros lineales de escaparate está en un local municipal, pagando un alquiler a la mitad del precio de mercado.

Al día siguiente, Didier Dely, director general de la Semaest, una empresa mixta creada por el Ayuntamiento de París y las cajas de ahorros, explica en el Hôtel de Ville la jugada. Para evitar la desaparición del comercio tradicional, el programa Vital Quartiers, en el que se llevan invertidos 100 millones de euros, ha acumulado 650 locales propiedad de Semaes, adquiridos por el derecho de retracto o afectando locales para que no cambien de actividad. De ellos, 60 son librerías, lo que hace de esta empresa semipública el casero de la mayor red de librerías de París. Gracias a este salvavidas, se ha frenado el ritmo de cierres. Aunque para beneficiarse de esta oferta los proyectos deben ajustarse a lo que, según la Semaest, son las librerías con futuro. A realojo de librerías con clientela fiel, o muy especializadas (las hay de filosofía para niños, meteorología, street art) o anexas a una editorial. Tampoco parece muy viable en Barcelona.