EN TIERRA DE FARAONES

El pez que se comió el falo de Osiris

La misión arqueológica que dirige el doctor Josep Padró en la antigua ciudad egipcia de Oxirrinco celebra sus 25 años de descubrimientos

Sarcófagos saítas hallados en la excavación de Oxirrinco.

Sarcófagos saítas hallados en la excavación de Oxirrinco. / periodico

Anna Abella

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La antigua ciudad egipcia de Per-Medyed, en griego Oxirrinco, a 190 kilómetros al sur de El Cairo, le debe su nombre a un tipo de pez de río, símbolo de la localidad y de su diosa principal, Tueris. Pero esta humilde especie tuvo en su día, según la mitología del país de los faraones, el importante papel de haberse comido el falo del dios Osiris después de que este fuera desmembrado por su hermano Seth. En realidad, gracias a aquel oxirrinco la diosa Isis pudo recuperar el preciado miembro y concebir a Horus. Siglos después, un equipo de egiptólogos dirigido por el doctor Josep Padró halló bajo la arena que cubría la población, cual ofrenda votiva, unos 7.000 oxirrincos, la mitad momificados, de todos los tamaños (de 15 centímetros a un metro de longitud), dispuestos por capas. Este ha sido uno de los hitos de la expedición arqueológica impulsada por el catedrático emérito de la Universitat de Barcelona y fundador de la Societat Catalana d’Egiptologia (SCE), una longeva misión que celebra ahora 25 años con unas jornadas, este sábado, en el Hotel Jazz de Barcelona.   

Tras un cuarto de siglo de campañas en Oxirrinco (la próxima prevista para este noviembre), Padró, ahora jubilado pero aún al frente de los trabajos en el que es uno de los cinco yacimientos más importantes del país, sigue sintiendo “el peso de la responsabilidad de llevar a cabo una arqueología ciertamente aventurera”. Empezó con un grupo de unos seis egiptólogos y hoy cuenta con un equipo multidisciplinar de 21 expertos. Entre ellos figuran Maite Mascort, vicepresidenta de la SCE (entidad que patrocina la excavación junto a la UB, la Universidad Paul Valéry 3 de Montpellier y la Fundación Palarq), y Esther Pons, conservadora del Museo Arqueológico Nacional. 

Un centenar de momias apiladas

La misión excava desde 1992 la necrópolis de la ciudad, situada geográficamente en un enclave,  apunta Pons, “que era una puerta hacia los desiertos occidentales por la que pasaban las caravanas de comerciantes, situada en un brazo muy caudaloso del Nilo con un importante puerto”. Sus épocas de esplendor fueron la época saíta, desde el 664 aC., y la grecorromana, aunque su actividad siguió hasta la época cristiano-bizantina, en el siglo VII d.C. De todas ellas han hallado tumbas, como la número 19, a la que se accedía por un pozo y que atesoraba, apiladas, un centenar de momias romanas, todas vendadas y algunas con cartonajes, de hombres y mujeres, adultos y niños. “Al ser tantas, el Servicio de Antigüedades egipcio no dispone de un lugar donde poder trastadarlas y aún no hemos podido estudiarlas en detalle”, señala la arqueóloga.     

“En tumbas de la época romana hemos visto a individus momificados, algo propio del mundo egipcio, no del romano, y con decoración mixta, con dioses egipcios y túnicas y peinados romanos en el cartonaje. Eso prueba el sincretismo entre las costumbres funerarias de ambas comunidades”, añade Pons, que en la jornada de este sábado hablará sobre ‘Las lenguas de oro en el inframundo’. Se refiere a las láminas de oro de unos tres centímetros, con forma de lengua, halladas en algunas momias, algo poco común en el Antiguo Egipto. “El oro es un material noble y representa la indestructibilidad de los dioses. Puede que esas láminas mantengan la reminiscencia del rito funerario egipcio de la apertura de la boca o el romano y griego de poner una moneda para pagar a Caronte, el barquero que llevaba al más allá”.    

El templo dedicado a Osiris

A Padró, el descubrimiento de estos 25 años que más impresión le causó fue el Osireion, un templo subterráneo dedicado a Osiris. “Nos descolocó, es un monumento único. Existieron muchos pero solo se conservan este y otros dos, uno en Karnak y otro en Abidos, pero son de adobe. El nuestro es de piedra, tiene inscripciones y contenía muchos objetos”. Entre ellos, una escultura yacente del dios de casi cuatro metros, amuletos, conos, cerámica..., repartidos entre una gran sala y unas hornacinas laterales.  

Pons destaca también, de la época cristiana, el ajuar funerario de un joven de 16 años no momificado que consistía en un set de escriba, un hallazgo nada común. “Las plumillas, una cajita de bronce con tinta reseca...  pudo ser un aprendiz”.  

Padró no puede evitar hablar “de los vivos”. “Causa impresión ver cómo era hace 3000 años una ciudad como Oxirrinco, que calculamos que tuvo un teatro en la época romana con capacidad para 30.000 espectadores, y hoy es un pueblecito minúsculo, con gente que jamás ha ido al cine o al teatro. Es el tercer mundo”.

Al final de la pasada campaña descubrieron una estructura circular de ladrillo cocido de 10 metros de diámetro. Aún no saben qué pudo ser, quizá una edificación hidráulica, o para qué se usó. Solo han excavado el 10%. Los trabajos continúan.