DEBATE SOBRE LOS PERSONAJES FEMENINOS

Otra mujer es posible en el cine

Las películas siguen dejando en un segundo plano a las mujeres, presentadas como seres emocionales y pasivos que no suelen tomar decisiones y que pueden hasta sentirse atraídas por su agresor sexual. ¿Las féminas están bien retratadas en la ficción? Se lo preguntamos a cuatro directoras.

OLGA PEREDA

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Que la próxima entrega de 'Star wars' la dirija una mujer. Es el deseo de la cineasta Paula Ortiz ('De tu ventana a la mía', 'La novia'). Sus amigos se ríen. Pero ella lo dice en serio y muy convencida. ¿Sería muy diferente la película? Quizá no mucho. Pero una cosa está clara: «Tendría un latido, una respiración diferente».

El momento de 'Star wars' no ha llegado. De momento. Pero sí el de 'Wonder woman'. Dirigida por Patty Jenkis, la poderosa guerrera de cómic acaba de aterrizar en la cartelera de EEUU (a España llega el 23 de junio) consiguiendo lo que ningún superhéroe en solitario ha logrado hasta ahora: una recaudación de 223 millones de dólares, el estreno más taquillero en Estados Unidos para una cinta dirigida por una mujer.

Si 'Wonder woman' (arriba, fotograma) -de la que ha habido pases en Tejas solo para mujeres- se hubiera paseado por el último festival de Cannes, quizá Jessica Chastain no hubiera tenido un amargo sabor de boca como jurado. La actriz californiana aseguró el último día del certamen que los personajes femeninos de las películas a competición no eran representativos ni de ella ni de ninguna mujer que ella conociera. «Es preocupante cómo nos ve el mundo», sentenció. El cine acostumbra a enseñar que las mujeres son secundarias, siempre están supeditadas a la decisión o la acción de un hombre, son pasivas, inestables y, básicamente, emocionales. «Sin el punto de vista de la mitad de la población, el relato cultural está incompleto», argumenta la actriz y realizadora Leticia Dolera ('Requisitos para ser una persona normal').

VISTAZO A LA CARTELERA

Echemos un vistazo a la cartelera: la 'lolita' de 'Demonios tus ojos', las adolescentes que suspiran por un novio de 'Es por tu bien', la abnegada madre y esposa de 'Plan de fuga', la maníaca de 'Lady Macbeth'… Si nos vamos a las películas estadounidenses nos chorrea la testosterona: 'Comanchería', 'Trainspotting 2' o 'Piratas del Caribe'.

Seamos justos. La cartelera arroja luz también. 'Paula' nos muestra la vida de Paula Becker, una extraordinaria pintora alemana; 'Marie Curie', la de la primera científica en ganar dos premios Nobel; 'El caso Sloane' está protagonizado por una ejecutiva de altos vuelos que lleva la batuta de toda la acción y a la que da vida, precisamente, Jessica Chastain; la reciente 'El guardián invisible' (que ya no está en la cartelera catalana) mostraba un caso policial comandado por una mujer. Y en breve (30 de junio) vendrá 'Colossal', donde Nacho Vigalondo rompe todas las expectativas de una comedia romántica clásica y nos sorprende con una empoderada Anne Hathaway. También lo hará 'Brava' (7 de julio), en la que Roser Aguilar muestra el viaje a los infiernos de una mujer que sufre una agresión sexual; y 'Júlia ist' (16 de junio), donde la debutante Elena Martín nos cuenta el viaje físico y emocional de una estudiante de Erasmus.

Con estas películas ocurre algo que no siempre sucede en el cine: aprueban el test de Bechdel, una prueba cuyo origen se remonta a una tira cómica de Alison Bechdel en 1984 y que supone analizar los filmes y comprobar si responden afirmativamente a tres cuestiones: ¿Hay dos personajes femeninos con nombre propio? ¿Comparten escena y hablan entre ellas? ¿La conversación trata de algo que no sea hombres?

NI HABLAN NI TRABAJAN

Los datos de la Asociación de Mujeres Cineastas (CIMA) son un jarro de agua fría. Solo el 36% de las películas están protagonizadas por mujeres. Solo el 28% de los personajes que hablan son mujeres. De los que trabajan, solo el 20% son mujeres. Ellas son cuatro veces más propensas que ellos a ser mostradas en ropa interior.

«En la mayoría de películas, los personajes femeninos son secundarios. La imagen que se da de la mujer es muy pobre. Son sumisas y están en segundo término casi siempre», analiza Roser Aguilar, que compartió en las redes sociales la guerrera declaración de Chastain. Hace semanas, la cineasta catalana revisó 'El gran Lebowsky', película de los hermanos Coen que, en su día (1998), le fascinó. «Es un filme mítico, pero no pasa el test de Bechdel ni de lejos. Y eso pasa con muchas, muchísimas películas de ahora», asegura Aguilar, que destaca la habilidad de la cineasta británica Andrea Arnold ('Fish tank', 'Cumbres borrascosas') para mostrar «mujeres creíbles», no solo seres puramente sexuales o amas de casa o sufridoras en general, que son las que dominan el panorama de la gran pantalla. «Algo hemos avanzado. Ahora parece que da menos vergüenza decir lo que pensamos. Pero, vamos, estamos hasta el gorro de que el mundo audiovisual no nos represente», concluye.

NI UNA SOLA DIRECTORA

«Empieza a calar la conciencia de que la mujer necesita igualdad con el hombre en el cine. Y eso es buena noticia. Pero no hay que confiarse. Hay que luchar y pedir lo que es justo. Hay que criticar que a las mujeres nos arrinconan en dramas o comedias románticas. Aprendemos el mundo a través del cine y la televisión, así que se deberían mostrar personajes femeninos en todas sus posibilidades, desde las más hermosas a las más terribles. Queremos mujeres creíbles». La que habla es Paula Ortiz, realizadora y profesora de cine. Cuando estudiaba Filología Hispánica no dio crédito al comprobar que el temario del Siglo de Oro solo incluía a dos escritoras (dos monjas: Teresa de Jesús y Juana Inés de la Cruz). Más adelante, cursó Historia del Arte y en el doctorado de cine nunca estudió, por increíble que parezca, una directora.

«LO QUE SABES HACER»

La realizadora de la radical y lorquiana 'La novia' (filme con 12 nominaciones a los Goya aunque finalmente se llevó dos) se sentó delante de un productor hace tiempo con el objetivo de presentarle ideas para una serie de televisión. El productor miró los papeles, la miró a ella y le soltó: «No, no. Tráeme un drama sobre mujeres, que es lo que sabes hacer». El mal sabor de boca de aquella conversación todavía le dura.

También mal sabor de boca le dejaron a Ortiz dos (grandes) películas recientes: 'Elle' (arriba, fotograma) -con la que Paul Verhoeven resucitó en Cannes en 2016- y 'Lady Macbeth' -el impresionante debut de William Oldroy-. «Tengo sentimientos encontrados con ambas cintas, en las que hay una agresión sexual y la víctima termina algo así como enganchada al agresor, una perversión que nace de algo peligroso». Consciente de que estamos delante de dos reverenciados títulos, Ortiz confiesa que «parece que quedas mal cuando dices este tipo de cosas».

'Brava' (arriba, fotograma) –la segunda, valiente y nada fácil película de Roser Aguilar tras 'Lo mejor de mí'– es la historia de una mujer (Laia Marull) que sufre una agresión sexual en el metro de Barcelona y, acto seguido, es testigo de cómo esa pandilla viola a una chica a escasos metros. ¿Cómo se sobrevive al dolor intenso? En el caso de la protagonista, huyendo de la ciudad y marchándose al campo unos días para ver a su padre. Pero lo que pretendía ser una solución acaba siendo otro problema añadido. La mujer quiere encontrar la paz, pero se adentrará en su lado más oscuro. Está más perdida, dolida, desorientada, sola y rota que nunca. «Nos entrevistamos con psicólogas especializadas en agresiones sexuales para que nos asesoraran sobre el comportamiento de las víctimas. Y eso hemos reflejado en la película. Por eso creo que Brava es una historia sincera y honesta», dice. Vivimos un tiempo –añade– en el que es imprescindible ser feminista. Y matiza: «El feminismo no supone machacar a los hombres sino reclamar la igualdad ». 

SOCIEDAD MÁS IGUALITARIA

El feminismo –tercia Leticia Dolera– implica una sociedad más igualitaria. Ya está. Nada más. Y nada menos. «Es  imposible no ser feminista, pero creo que no se está transmitiendo bien qué es el feminismo». En su opinión, las películas «no tienen que adoctrinar ni ser panfletos feministas», pero el relato cultural se construiría mejor si se contara con el punto de vista de la mitad de la población (las mujeres). ¿Qué cosas ganaría la sociedad? Muchas. Para empezar, diversidad. «El pensamiento único nunca ha sido bueno», recalca. «No pedimos igualdad por una cuestión de ego. No es que queramos ser más protagonistas en las películas. No es eso. El problema es que desde la cultura se generan estereotipos que afectan a la sociedad. Nos tenemos que preguntar, por ejemplo, de dónde sale un tema tan grave como la violencia machista», asegura la protagonista de '[REC]3: Génesis'.

Dolera –que clava el machismo en el cine en su divertido y agudo corto 'A o B'– apuesta por las cuotas (un tema «que incomoda»), pero no solo en el cine, sino en todos los ámbitos. «Cuando hay una discriminación negativa tienes que compensarla con una positiva para llegar a la neutralidad», afirma Dolera, que acaba de participar en el ciclo 'Mujeres que no lloran', organizado por la asociación de realizadoras CIMA y la Academia del Cine.

UN ASUNTO NO SUPERADO

Reivindicar el espacio que merecen las mujeres es algo útil para toda la sociedad. «¿Alguien se imagina que solo viéramos, por ejemplo, películas de Occidente?», se pregunta Elena Martín, que, a sus 25 años, debuta como directora con 'Júlia ist'. «Echo en falta protagonistas que se alejen de los tópicos: mujeres piadosas, entregadas, buenas… Hay que reivindicar el feminismo. En el cine y en todos los ámbitos. Tengo amigos con ideas políticas cercanas a la izquierda que están convencidos de que existe una igualdad real. Qué peligroso pensar que es un tema superado», afirma. 

Tanto Martín, como Dolera, Ortiz y Aguilar recuerdan que hay que luchar por un cine más igualitario. Y, por lo tanto, mejor. Son guerreras. «Ningún avance en la historia de los derechos de la mujer se ha logrado de manera natural», resume Dolera. A la batalla, pues. 

El origen de Pitufina

‘Los Pitufos: La aldea escondida’, película que está en cartel, conlleva un importante mensaje: las mujeres no son precisamente el sexo débil. Sin embargo, Pitufina tiene un origen que no puede ser más machista. En el cómic original, Gargamel  fabrica a la única chica azul para enviar a sus odiados Pitufos «una maldición espantosa». La crea en su laboratorio mezclando «cerebro de lagartija, un quilate de simpatía, un poquitín de sensiblería, un dedal de glotonería y [eso sí] mucho ingenio». Su criatura, que aparece en la aldea de los Pitufos, es morena, feíta y torpe. Tanto que ninguno se siente atraído por ella.  Preocupado, Papá Pitufo la mete en el laboratorio y tras «una operación de cirugía estetipitufa» aparece rubia y divina. Ahora todos la quieren. Bravo.