EL NUEVO TRABAJO DE UN CREADOR SINGULAR

El ojeador del Arsenal

Mario Torrecillas medita sobre la relación padre-hijo en el cómic futbolístico 'Dream team'

Una viñeta del cómic, con el joven protagonista y su padre.

Una viñeta del cómic, con el joven protagonista y su padre.

JULIÁN GARCÍA / Barcelona

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La elasticidad de Mario Torrecillas (Esplugues de Llobregat, 1971) es digna de estudio clínico. Su condición de hombre-alambre le hizo destacar en la práctica del taekwondo, donde llegó a la selección española júnior de peso mosca. Hay gente que afirma haber visto a Torrecillas dar una patada voladora con un salto de tres metros de altura. «No sé si tanto, pero sí, salto mucho. Ahora hago los 10 kilómetros en menos de 40 minutos. Es lo último que hago. Me volvería loco si no corriera», explica Torrecillas, un tirillas, un entusiasta, un talento oblicuo al que alguien sensible definió en su día como «la persona a la que piden consejo los genios de las lámparas». Es esta pasión por el deporte como forma de vida lo que le ha llevado a escribir el cómic Dream team (Reservoir Books) junto al dibujante Artur Laperla (Barcelona, 1975): un emotivo estudio sobre las relaciones entre padres e hijos a partir de la historia de un chaval futbolista del extrarradio valenciano al que un día viene a ver un ojeador del Arsenal.

«No tengo capacidad de concentración sentado. Así que fui pensando Dream team mientras corría. La gente normal se sienta y hace cosas, y eso es lo que me da envidia de verdad. Déficit de atención, creo que es», dice el guionista. «El deporte me ayuda a tirar adelante. Y el deporte me ha dado seguridad para enfrentarme a otros temas como los que trato en el cómic, como la mentira. Porque el libro va sobre la mentira. Yo soy una persona muy trolera, y quería hacer algo sobre las consecuencias que tienen las mentiras. ¿Puede una mentira piadosa salvar a una persona?». En Dream team, Enzo, su joven protagonista, no supera finalmente la prueba del ojeador del Arsenal, pero decide mentir a su padre, un alcohólico separado más bien macarra, y decirle que irá a Londres a jugar con el único objetivo de ayudarle a remontar su vida. «Es, como ves, una historia sobre la superación y las segundas oportunidades».Luz y color en el barrio

Dream team Dream teamestá ambientado en un barrio marginal de Valencia en el que los refulgentes cielos azules y campos de naranjos que dibuja Artur Laperla (autor de los conocidos libros infantiles de Super Patata) contrastan con la cruda realidad de la crisis económica, el paro, la inadaptación social y la desestructuración familiar. «A mí me gusta mucho el cine rollo working class tipo Ken Loach. Pero creo que Dream team es una historia muy berlanguiana, porque cuando llega el ojeador del Arsenal no deja de ser un poco como en Bienvenido Mister Marshall. Hemos vuelto un poco a esa España precaria en la que parece que deba venir una figura del extranjero para salvarnos».¿Y por qué esos colores tan brillantes, esa luz tan llena de vida? «No queríamos dar esa imagen del barrio tan agria, gris, triste y deprimente que nos venden películas como Barrio, de Fernando León de Aranoa. Se nota mucho que quien hace esas películas es gente forrada de pasta que nos mira a los de barrio (¡porque yo soy muy de barrio!) con condescendencia. La gente en el barrio también puede ser feliz. Artur [Laperla] quería darle a la historia mucho color, mucha vida, mucha limpieza, y lo ha conseguido. Es un dibujante muy limpio, muy claro, muy Hergé».Asegura Torrecillas que parece que hay interés por llevar Dream team al cine. «No sé si como animación o con actores reales. ¿Tú cómo lo ves?», pregunta. «Me gustaría que los chavales leyeran el cómic y vieran la película si se hace. Que llegara a las aulas, que hubiera un debate. Mi trabajo últimamente va en esa dirección: de docencia, con chicos, haciendo llamadas de atención sobre cosas que se están yendo de madre». Torrecillas, chispeante genio autodidacta en sus diferentes acepciones (crítico de cine -fue colaborador de EL PERIÓDICO-, autor de cómics como El hijo, guionista de cine y teatro…), lleva años trabajando con niños a través de su proyecto PDA (Pequeños Dibujos Animados), un reputado taller de animación infantil con el que ha viajado por medio mundo. «Me gusta el ruido de los bibliotecas y los niños. Me iba a escribir en la parte de los críos y me camuflaba entre ellos. La idea del taller se me ocurrió viendo cómo cogían los libros y utilizaban el ordenador».La cabeza de Torrecillas es un túrmix de ideas y cuentos en la que fantasía y realidad se dan la mano con una sonrisa pecosa y ojillos achinados. Este hombre es un pieza. «Ahora he hecho un cómic, pero la verdad es que cada vez me importa menos el formato. Me da igual. El cómic, el cine: lo importante es contar historias. Yo nunca he tenido medios para hacer todo lo que he querido. Solo mi cabeza y mis ideas. Tener demasiadas cosas no es bueno. Para mí la precariedad es un plus. Vas a una escuela y te dicen: es que no hay ordenador. Pues, jolines, hagamos sombras chinescas».