Pitonisos del negocio editor

La apuesta era alta el miércoles en el Liber, un frente a frente entre los dos grandes colosos del negocio editorial, ejemplificado en sus paladines, Núria Cabutí, CEO de Penguin Random House, y Jesús Badenes, director general de la división editorial del Grupo Planeta. Moderaba un editor independiente como Javier Santillán de Gadir y se trataba de vislumbrar los dichosos brotes verdes en el vapuleado negocio editorial. De hecho, el título aludía al futuro de la edición en un incierto 2018.

¿Hay brotes verdes? Es mucho decirlo, lo cierto es que tanto Cabutí como Badenes abordaron el análisis animados sobre todo por la voluntad. ¿Cómo será el porvenir en  un negocio que arrastra un 40% de caída en las ventas en las librerías, aunque la buena noticia, según la estimación de Núria Cabutí, sea que este año esa caída «al parecer solo va a ser del 8% o 9%», con la esperanza de que el año que viene se reduzca «al 4% o 5%» y en el 2026 toque fondo y sea por fin «cero». Jesús Badenes en un rapto de optimismo cifró la posible caída de este año en un «5% o 6%», con las esperanzas puestas en las fuertes apuestas de este otoño.

Tanto uno como la otra estuvieron de acuerdo en que en los futuros retos de la evolución del mercado se regirán por unas leyes todavía no concretadas de la evolución digital; una evolución, por cierto,  que no ha acabado de consolidarse en España ya que el libro electrónico no ha acabado de despegar. «El editor del futuro -estableció Badenes- deberá enfrentarse a la demanda de lecturas globales y a todos los formatos y dispositivos electrónicos. El editor debe pensar en todas las formas en las que se puede disfrutar una novela».

Esos editores -ambos participantes se mostraron de acuerdo en que es necesaria esa figura que guía al escritor- posiblemente convivirán con el cada vez más creciente sistema de autoedición, que en Estados Unidos alcanza ya un 30 % de las ventas digitales.

Respecto a la piratería uno de los grandes males del sector junto a la merma del poder adquisitivo, Cabutí pidió «voluntad política en las medidas antipiratería porque este país está siendo muy lento en adoptarlas». Para Badenes se trataría de «que se cumpliera la legislacion vigente ya que la piratería no está incrementando, pero tampoco baja». Ambos convinieron en que el talón de Aquiles del asunto es una conciencia laxa frente a la propiedad intelectual que haga que un término inglés como free pueda ser interpretado a la vez como gratis y como libre. Educación y ética serían el antídoto.