El regreso a Barcelona de un fenómeno fan

Noche de delirio con One Direction

El público joven vibró con la banda angloirlandesa, anoche en Barcelona.

El público joven vibró con la banda angloirlandesa, anoche en Barcelona.

JUAN MANUEL FREIRE
BARCELONA

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De quedar terceros en el Factor X británico del 2010 a casi completar, solo cuatro años después, el aforo del Estadi Olímpic Lluís Companys (de sus 45.000 localidades, la promotora Live Nation confirmó la asistencia de más de 43.000). Nada mal. Una historia de éxito con un punto insólito, pero que puede explicarse por el poder de las redes sociales y, por qué no decirlo, el carisma natural de Harry Styles, Zayn Malik, Louis Tomlinson, Liam Payne y Niall Horan. En breve tendrán que enfrentarse al difícil cuarto disco y el salto a una etapa más adulta de su carrera, pero de momento no solo salvan los muebles, sino que se compran casas.

One Direction serán un poco más ricos -y ya es decir, porque el año pasado fueron los famosos británicos con menos de 30 que más dinero hicieron- después de su show de anoche. Nadie podrá decirles que sin mover un dedo: ayer, sus movimientos desde el escenario a una plataforma que ocupaba el centro del estadio fueron el único efecto especial de un espectáculo poco llamativo, en el que solo algunos fuegos artificiales, un ataque de serpentinas y la elevación de la plataforma durante la adorada One thing rompieron un poco la linealidad.

También estaban, claro, las voces, siempre esmeradas. La mejor, la tirando a rasposa de Harry Styles, el miembro de One Direction al que menos cuesta imaginar con una carrera en solitario -algunos incluso se atreven a compararlo con Mick Jagger-, aunque en el concierto se gritó mucho al irlandés Niall.

VESTUARIO SENCILLO / El grupo arrancó la noche -previo paso por el escenario de Abraham Mateo (el Justin Bieber andaluz) y 5 Seconds Of Summer, y celebraciones masivas de La Macarena Single ladies (Put a ring on it)- con la muy Def Leppard Midnight memories, tema titular de su último disco, más rock de lo habitual, concebido para estadios como el que pisaron anoche. Vestuario sencillo, camisetas y vaqueros (cortos en el caso de Liam); 1D aún pasan de trajes o coreografías a juego, contra las normas de la boyband clásica.

A continuación, en Little black dress, Niall ya hacía gala de su cierta habilidad a la guitarra, como volvería a hacer luego en el himno a las raíces Don't forget where you belong, ilustrado en las pantallas con imágenes de su (rápido) camino al estrellato y de encuentros familiares.

El repertorio se concentró en Midnight memories, tocado casi en su integridad -incluyendo pequeños deslices como la balada Right now o la imitación de Mumford & Sons Through the night-, pero hubo tiempo para todos los éxitos previos: del inspirado pop bubblegum de Live while we're young a Moments, pasando por Little things, en la que los móviles hicieron el papel que antaño hacían los mecheros. Pequeña sorpresa: un popurrí extraño con el estribillo de Viva la vida de Coldplay, el riff de Misirlou de Dick Dale, popularizada por Pulp fiction, y el bajo del Under pressure de Queen.

FINAL OLÍMPICO / La apoteosis llegó cerca del final con su single-revelación What makes you beautiful, en directo con guitarras más airadas y beats más potentes que en la versión grabada; todo por tratar de tirar abajo los estadios, ya se sabe.

Para el bis, con Niall y Zayn ahora ataviados con camisetas del Barça (con los dorsales 10 y 11), dejaron You & I -nombre también de una de sus fragrancias-, la balada folk épica Story of my life, Little white lies y Best song ever, esa canción con inicio clavado al del Baba O'Riley de The Who.

Y mientras el público, eufórico, abandonaba el Estadi Olímpic, sonaba como coda el Barcelona de Caballé  & Mercury. Noche épica.