El caos antisistema

El israelí Nir Baram plantea dilemas éticos en 'La sombra del mundo', una novela de intriga política global

El escritor Nir Baram, en Barcelona.

El escritor Nir Baram, en Barcelona.

ERNEST ALÓS / BARCELONA

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Columnista del diario Haaretz, votante del partido pacifista Meretz e hijo y nieto de ministros en gabinetes presididos por Yitzhak Rabin, Nir Baram (Jerusalén, 1976) es una voz crítica en el panorama israelí. «Pero no tengo por que escribir siempre sobre Israel», puntualiza. Y en su última novela, La sombra del mundo (Alfaguara), no lo hace. Baram se ha arriesgado con una novela sobre corrupción, intrigas políticas y protestas antisistema globales tan intrincada como lo son la política y la economía mundiales. «Tan intrincada como lo es también la vida», precisa. En La sombra del mundo se cruzan, y encuentran, tres tramas: un notable de la izquierda tradicional israelí caído en desgracia por un caso de corrupción, una agencia de asesoría y estrategia política de EEUU aparentemente progresista y un movimiento de protesta anticapitalista que prepara una huelga mundial.

La novela de Baram no es clasificable ideológicamente a la primera. «Yo creo que la literatura debe ser un caos de ideas, no quiero mostrar al lector qué idea es correcta, solo mostrar al lector distintas voces con la misma fuerza de persuasión. A veces, como escritor, has de intentar convencer al lector de cuestiones que para ti son inmorales».

Ambigüedad

El corrupto cae inicialmente simpático. Y los estrategas políticos de su novela a veces apuestan por causas justas. Son un ejemplo de los límites y logros de la izquierda reformista, cuando quizá hubiese sido más fácil retratar a una siniestra corporación neocon. «Quería mostrar como la mayor parte de la izquierda ha cooperado con la ética del sistema capitalista. Y no quería demonizar, sino mostrar un conflicto de creencias. Por eso he elegido a una liberales norteamericanos, casi socialdemócratas, que también tienen ética», explica durante su visita a Barcelona.

Nir Baram llega a un paso de la distopía al imaginar el movimiento de protesta de su novela. Por un lado, cuestiona hasta qué punto «cuando el capitalismo no es una ideología, sino la forma en que funciona el mundo, de una forma tan natural como el sol sale por la mañana, incluso los jóvenes que lo cuestionan están tan integrados en él que no puede salir». Por el otro, imagina la posibilidad de que los movimientos antisistema acaben tomando una forma abiertamente violenta: «El mundo occidental vive en este momento en una especie de equilibrio, y yo planteo un momento en que este equilibrio se rompe. Me pregunto si la lucha contra el capitalismo adoptará otra forma en que se incorporará la violencia».

En cualquier caso, Baram es muy escéptico sobre los límites del ciberactivismo. «¿Ahora el combate puede desarrollarse solo en las redes sociales, en el mundo digital? Yo creo que no, que has de acabar ocupando las calles, si no, no puede haber un cambio significativo».

Pero aunque no haya querido escribir solo sobre Israel... ¿Qué piensa del futuro del proceso de paz tras las últimas elecciones? «Es que no hay proceso de paz -responde- , solo una pantomima en las que Israel y EEUU imitan lo que se había denominado proceso de paz. El Gobierno de Israel cree que se puede mantener este statu quo que el resto del mundo considera inaceptable. Se le tiene que demostrar a la sociedad israelí de que no». Puestos a romper esquemas, Baram da por imposible la creación de un Estado palestino; su opción pasa por un único Estado con igualdad de derechos. ¿Utópico? «No, más bien realista. Me gustaría creer en la solución de los dos estados, igual que me gustaría creer que un día Israel ganará a España al fútbol».

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