SÓNAR 2016

New Order, liturgia y celebración

El grupo de Manchester ofreció un inflamado culto a sus clásicos de los 80

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JORDI BIANCIOTTO

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Su nuevo disco, 'Music complete', el primero con canciones nuevas en una década, permite a New Order pasear por los festivales como algo más que una banda de riguroso 'revival', aunque, al final, vamos a lo que vamos, a escuchar los clásicos del primer Manchester 'indie' y a palpar lo que todavía queda en pie de la leyenda de Joy Division. Ahí, New Order cumple dando a la gente lo que quiere, buscando dramáticamente el punto de equilibrio entre su proverbial sobriedad y el guión festivalero.

Al final, quizá hayamos salido ganando con el cambio de Peter Hook por Gillian Gilbert ya que, aunque este sábado pudimos echar de menos su bajo guerrero en el desarrollo final de 'Bizarre love triangle', sus modos en escena tendían demasiado a la alegría 'hooligan', intolerable cuando tienes entre manos las sacras reliquias de la primera era Factory, y en cambio el regreso de la teclista ha traído al grupo de vuelta a su esencia electrónica. En este New Order del 2016 sigue habiendo mucha guitarra (ahí está Phil Cunningham, fijo desde hace 15 años), pero también sintetizadores y programación, y el sonido final viene a ser una versión agrandada, sinfónica, del New Order clásico, bastante más parco, de los 80.

REPERTORIO RECORTADO

Con algunas canciones de nueva factura de las que presumir: 'Singularity', 'Restless', 'Tutti frutti' y 'Plastic' desfilaron con dignidad y, aunque seguramente serán olvidadas cuando la banda salga de gira en el 2020, dieron un esbelto perfil pop de New Order de la mano de un par de 'singles' del nuevo siglo, 'Crystal' y 'Wating for the sirens' call'. Concierto un poco más corto que otros de la gira, lástima de supresión de 'Ceremony' y 'Love Vigilantes', aunque sí aguantó en su sitio 'Your silent face', medio tiempo electrónico de 'Power, corruption & lies' (1983).

Y la recta final estaba cantada. Pocas variaciones respecto a giras anteriores. ¿Por qué siguen pasando por alto un disco tan destacado como 'Technique', de 1989 ('Fine time', 'Round and round'...)? Previsible, pero no haremos ascos a 'The perfect kiss', a un 'True faith' con recreación techno final, a la hipnosis de 'Temptation' y a una de las canciones más influyentes del pop, 'Blue Monday', con su cadencia robótica, monumento a la emotividad a través de la frialidad.

Tampoco a ese 'Love will tear us apart', envuelto en aires de celebración (la leyenda 'Forever Joy Division' en las pantallas), demasiado expansivo, con el factor festivalero imponiéndose a su melancolía natural. Lejos de Ian Curtis.