apertura de la temporada musical en el palau

Mutter, la magia de un violín aventurero

La aclamada solista alemana interpreta el concierto Bruch con la ONE

Anne-Sophie Mutter, pura elegancia y virtuosismo, en una imagen promocional.

Anne-Sophie Mutter, pura elegancia y virtuosismo, en una imagen promocional.

MARTA CERVERA
BARCELONA

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Hace ya mucho que la alemana Anne-Sophie Mutter, gran diva del violín, no tiene nada que demostrar. A sus 51 años suena pletórica y feliz al otro lado de la línea telefónica. Aquella niña prodigio descubierta por el idolatrado maestro Herbert von Karajan disfruta de su madurez como artista con un repertorio amplísimo. Más allá de los clásicos, esta elegante violinista de espíritu aventurero ha estrenado un gran número de obras contemporáneas (Gubaidulina, Boulez...).

Ella, que cuando empezaba siempre tuvo a su lado a músicos más mayores, le está cogiendo el gusto a colaborar con gente más jóven que ella, como el peruano Miguel Harth-Bedoya. Él la dirigirá con la Orquesta Nacional de España (ONE) en la apertura de temporada del Palau de la Música, el próximo jueves. Interpretarán el Concierto núm. 1 para violín y orquesta de Max Bruch. La Sinfonía del Nuevo Mundo de Dvorak y el estreno de una obra de Bernat Vivancos, Bach im Himmel, completan el programa.

«No conozco aún a Miguel Harth-Bedoya pero me han hablado muy bien de él. Será por algo», señala Mutter que todavía no se ha recuperado de «un año horrible», en el que se han ido tótems de la batuta como Claudio Abbado, Lorin Maazel y Rafael Frühbeck de Burgos. Precisamente con este último, director emérito de la ONE, debutó en España en 1978. «Tengo muy buenos recuerdos de mis conciertos con la ONE. Sus músicos son extremadamente apasionados y siempre me he sentido muy a gusto con esta formación», comenta Mutter.

NUEVAS CARAS / Adelanta que Pablo Heras-Casado, otro español que sube como la espuma, está en la lista de los directores jóvenes con los que quiere trabajar. Y el genio venezolano Gustavo Dudamel también figura en su punto de mira. «El problema con Dudamel es que tiene la agenda tan a tope como yo», lamenta.

«Trabajar con gente nueva es emocionante», confiesa Mutter que durante mucho tiempo vio a las mismas caras en el podio. «No me preocupa el futuro. Hay una nueva generación que sube con mucha fuerza y es interesante descubrir quienes valen, no solo en la dirección».

Ponerse al frente de una orquesta no le tienta. «Primero, está la limitación del tiempo: mi jornada tiene 25 horas, que dedico al vasto repertorio que hay de violín, a mi fundación y a mi familia. Además, me sigo divirtiendo con el violín, un instrumento que controlo. Sinceramente, no me veo cargando con el nivel de frustración que conlleva tener el control total del trabajo de otros músicos». Le cuesta entender el predominio masculino en el podio. «Son muchas más las mujeres que se abren camino en la música pero directoras no hay tantas, y me extraña». 

Hacía mucho que Mutter no se reencontraba con la pieza de Bruch que tocará en el Palau. «Es una obra inmensamente bella, heroica, poética, maravillosa. Es sin duda una de las grandes obras para violín. Es tan abrumadora que, incluso si a uno no le gusta la clásica, se enamorará de ella». Mutter la grabó por primera vez cuando tenía 18 años con la Filarmónica de Berlín, dirigida por Karajan. ¿Le vienen recuerdos de aquella época cuando la toca? «¡Qué va! Han pasado años, aquello fue en el siglo pasado. Ja, ja... Cada concierto es diferente y único porque la música es un work in progress constante. Cada vez que tocas intentas ser fiel al compositor, a tu visión de la obra y a la del director, sin olvidar la personalidad de la orquesta. Además, la reacción del público también influye ».

EVOLUCIÓN / Su manera de abordar el concierto de Bruch es tan distinta ahora que piensa hacer una nueva grabación. «Haber dedicado mucho tiempo a la música contemporánea ha contribuido a desarrollar mi habilidad para crear colores y con ellos expandir la paleta de las emociones», destaca. «Hoy, mi manera de tocar es más atrevida y también más atenta al detalle. Además, no puedes separar la vida de la música: ser mujer y madre también influye en tu forma de tocar».

El año pasado celebró sus 25 años de colaboración con el pianista Lambert Orkis. Para conmemorarlo acana de aparecer un disco que incluye la primera grabación de La Follia, un solo creado para ella por el compositor polaco Krzysztof Penderecki y la Sonata para violín num. 2 que le dedicó el compositor y director André Previn, su exmarido. «Es curioso cómo a los compositores modernos les gusta que te aproximes a su música de maneras diferentes. Para la mayoría, no hay una única manera de abordar sus piezas».

DIVULGACIÓN / Entre sus próximos proyectos figura un disco para jóvenes que no suelen escuchar música clásica. «Incluiré piezas de Gershwin y algo más», avanza. A diferencia de otros, asegura: «No temo por la clásica. La música es como la sangre y el aire: algo esencial en nuestra vida», señala. «Siempre está presente en las grandes ocasiones y nos acompaña especialmente en momentos de crisis. Tras la segunda guerra mundial las salas de concierto se llenaron», recuerda. «La música alimenta el alma y te conecta con los demás. Es un lenguaje universal. A diferencia de la religión que juzga lo que está bien y mal, la música hermana a los seres humanos, nos recuerda que hay una razón para vivir y que todos estamos desnudos ante el destino».