CRÓNICA DE TEATRO
Un mundo y un corazón rotos
Alain Platel y Nicolas Stemann sacuden Temporada Alta con dos montajes sobre la capacidad destructiva del ser humano
Imma Fernández
Periodista
IMMA FERNÁNDEZ / GIRONA
Una prestigiosa figura conocida en el Temporada Alta, el coreógrafo belga Alain Platel, y uno de los fichajes estrella de esta edición, el alemán Nicolas Stemann, han sacudido este fin de semana el festival de Girona-Salt con dos montajes, ‘Nicht schlafen (Sense dormir)’ y ‘Werther!’, que hablan, respectivamente, de un mundo y un corazón rotos. De destrucción y autodestrucción en el pasado y en el presente.
Platel pinta en ‘Nicht schlafen’ los convulsos años previos a la primera guerra mundial, registrados en la música de Gustav Mahler que le ha servido de inspiración, ya desde la imponente escenografía. Los cadáveres apilados de tres caballos (con el ‘Guernica’ como referencia) y una manta hecha jirones, agujereada, como telón de fondo. En ese dantesco escenario asoma una coreografía bestial, con los magníficos bailarines (ocho hombres y una mujer) de su compañía Les ballets C de la B desgarrándose las ropas unos a otros en una batalla impactante.
La explosiva violencia que dibuja el colectivo y el colaje de confusión, fragilidad, nerviosismo y sumisión en perfecta armonía con las notas de Mahler evocan de forma sublime la desolación y la barbarie. La pieza solo decae unos minutos para remontar enérgicamente con un cambio de partitura y un giro hacia el vitalismo y la esperanza. Son los ritmos congoleños, a cargo de los cantantes y bailarines Boule Mpanya y Russell Tshiebua, intérpretes asimismo del ‘Coup fatal’ con el que triunfaron el pasado año en el mismo festival. La polifonía de las tradiciones africanas encaja muy bien en una danza de contrastes, de vida y muerte, que acabó con la platea del Teatre Municipal de Girona entregada.
WERTHER EN LA ERA TECNOLÓGICA
La sacudida de ‘Werther!’ llegó al final de la función, de la mano del estupendo actor austriaco Philipp Hochmair, que derrochó humor y talento en el autodestructivo viaje hacia sí mismo del protagonista. Stemann ha trasladado con gran acierto la novela epistolar ‘Las desventuras del joven Werther’, de Goethe, a estos días de locura tecnológica y exacerbado egocentrismo.
El marco del Facebook y los selfis resulta idóneo para situar al vanidoso héroe romántico, un joven atacado de amor, que aparece en el monólogo grabándose con una cámara toda su travesía emocional. Desde que empieza, ebrio de felicidad, leyendo fragmentos de la novela con indiferencia, hasta su progresiva identificación con Werther -su amor imposible por Lotte–, que desemboca en la pasión insana, el sufrimiento y el suicidio. Por el camino dejó una divertida ‘performance’ que atraviesa la cuarta pared, aunque resultó algo reiterativa. Respetando la esencia del original, Stemann y Hochmair sirvieron un lúcido retrato de un Werther 2.0 que atrapó al público de Salt.
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