Pere Tàpias, la voz socarrona de la 'cançó'

Pere Tàpias, en una imagen de archivo, del 2001.

Pere Tàpias, en una imagen de archivo, del 2001. / periodico

JORDI BIANCIOTTO / BARCELONA

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La escena surgida a partir de la ‘nova cançó’ tuvo sus estrellas y sus figuras valiosas pero un poco oscurecidas, y en esa parcela, cultivando un estilo diáfano y socarrón que llegó a darle una notable popularidad, tenemos a Pere Tàpias, un trovador que sacó punta al costumbrismo y la crónica social. Retirado de la escena, la muerte le alcanzó, este sábado, a los 70 años, a causa de una enfermedad hepática.

En tiempos de canción política y de altos vuelos culturales, Tàpias abogó por la pincelada paisajística ácida e informal, sin aspiraciones de trascendencia, a través de un repertorio que daba lo mejor de sí cuando pisaba el escenario, actuando en solitario y presentando, al terminar, a una serie de músicos invisibles. Amigo del sarcasmo y la parodia, Joan Collell i Xirau, nacido en Vilanova i La Geltrú el 19 de mayo de 1946, quiso ser uno de Els Setze Jutges, pero, tal y como indica Miquel Pujadó en su ‘Diccionari de la la cançó’, no pasó el examen de acceso si bien Josep Maria Espinàs le sugirió que tenía un camino por delante ahondando en su perfil de cronista punzante.

DE TORERO A PEÓN

Pronto llegaron sus primeros ‘singles’, cinco, que publicó entre 1968 y 1972, como ‘Cançó de les trompetes’, tocado por unas onomatopeyas que incorporaría en su lenguaje musical, y ‘Moreno de la fe’, sátira de un inmigrante andaluz que sueña con ser torero y termina de peón de la construcción. Cantautor de escuela francesa, influido por Georges Brassens, también por el jazz ‘manouche’ de Django Reinhardt y los juegos de palabras de Boby Lapointe. Tàpias acentuó la temática humorística en su primer álbum, ‘Per a servir-vos’ (1973), que alternaba canciones de relatos sencillos y efectivos, como el woogie boogie ‘Era tan bon home’, y monólogos musicados, caso de ‘El plusquamperfecte’. Y ahí siguió en ‘Si fa sol’ (1975), producido por La Trinca, y ‘400 Pendons’ (1979), con arreglos de su paisano Francesc Burrull y la popular pieza ‘La moto’. En 1976 ofreció una recordada actuación en las Sis Hores de Cançó, de Canet.

En 1980, ‘Passeig del Carme’, con la larga composición dedicada al paseo de marítimo de Vilanova, obtuvo una acogida más fría, y la reacción fue ‘Xàndals i barretines’ (1982), menos retórico, que incluyó su última canción con repercusión, ‘Paisatges footingueros’. Cerrando un ciclo, ‘La mar de bé’ (1987) aparecía envuelto en sonidos de sintetizador, con una asombrosa incursión electro-pop en ‘Màximes i mínimes’.

‘BON VIVANT’ PROFESIONAL

Su vocación emergente era la de comunicador y gastrónomo, trabajada primero en TVE y Ràdio 4, y más adelante en Catalunya Ràdio, donde defendió durante dos décadas sus ‘Tapes variades’ mientras publicaba libros como ‘Plats de festa’ y, tratando esforzadamente de cundir con el ejemplo, ‘El plaer d’aprimar-se’. No volvió a lanzar un disco hasta el 2001, cuando regrabó sus hitos en ‘Les meves cançons’, seguido un año después por su última obra, 'Felicitats, nano!'. “Me llegué a aburrir de mi personaje”, confesó entonces en una entrevista a este diario explicando el porqué de aquellos 14 años de silencio discográfico.

La muerte de Tàpias se ha producido en vísperas de la edición de un disco de homenaje, ‘Un pèl nou, un pèl antic’, con el que la revista ‘Enderrock’ conmemorará el próximo mes el 50º aniversario de sus inicios en la música. Sus implicados fueron seleccionados por sugerencia del cantautor: entre otros, Burrull, Marina Rossell a dúo con Sisa, Joan Isaac, Joan Reig (Els Pets), Copa Lotus y un continuador de su estilo satírico, Quim Vila.

Evocarán a un cantautor que aludió a la muerte en varias canciones, quitándole hierro, no solo en la famosa ‘Era tan bon home’ (“però avui s’ha mort”, completaba el estribillo) sino también en ‘La tia Maria’ o en ese epitafio ‘brassensiano’ a ritmo de vals llamado ‘Al darrer adéu’. Ahí pedía que en su tumba no hubiera ni flores, ni inscripciones, “ni cap blederia”, sino “només simplement / m’hi poseu ciment / i m’hi dibuixeu / una botifarra / d’aquelles tan grosses!”.

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