Presentación del programa expositivo del 2017

El MNAC se pone del revés

Una de las exposiciones de la temporada, la comisariada por Francesc Torres, sacará de las reservas las obras mutiladas del museo y las exhibirá en salas

Esculturas en las reservas del MNAC que formaran aprte de la exposición 'La caja entrópica'.

Esculturas en las reservas del MNAC que formaran aprte de la exposición 'La caja entrópica'. / periodico

NATÀLIA FARRÉ / BARCELONA

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Durante el Congreso Eucarístico de 1952 toda una serie de desnudos del MNAC fueron atacados, violentados, rajados... sobre todo en las partes que mostraban las zonas más íntimas de las modelos. No se sabe exactamente cómo sucedió, se está investigando, aunque posiblemente fue obra de un comando reaccionario que de alguna manera accedió a las reservas. No se restauraron, como tampoco fueron reparadas las pinturas de Josep Maria Sert que se quemaron durante la guerra civil a causa de la ideología del pintor. A Francesc Pla, 'el Vigatà', le pasó algo diferente pero también violento. A principios del siglo XX numerosos de sus murales fueron arrancados de los palacios que decoraban al ser estos derribados para abrir la Via Laietana.

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Todas estas piezas están en las reservas del MNAC y muchas de ellas, más otras, formarán parte de la exposición 'La caja entrópica'. Una muestra comisariada por el artista Francesc Torres que pretende reflexionar sobre la colisión entre historia y cultura. Torres girará el museo del revés: lo que está en las reservas lo pondrá a la vista, y lo hará "con un trasfondo político y de discusión sobre el patrimonio. La violencia del museo para retirar obras y la violencia de la historia sobre estas obras", explica el director del MNAC Pepe Serra.

LA COLECCIÓN COMO PROTAGONISTA

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La muestra está prevista para octubre del 2017, antes llegará 'Soulèvements', en febrero, coorganizada con el Jeu de Paume de París y comisariada por el pensador Georges Didi-Huberman, para indagar sobre las emociones colectivas y los acontecimientos políticos que conllevan movimientos de masas. Ambas apuestas forman parte de una nueva línea de trabajo del MNAC, la de explorar narrativas transversales a partir de la colección, o en palabras del director: "Exposiciones temáticas para poner en valor los fondos y ver cómo son ricos y útiles al servicio de determinadas ideas que enriquecen y generan debates. No podemos hacer una antológica de Rafael, Tziano y Caravaggio, pero sí estas cosas con un relato muy propio y muy serio".

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Son las dos primeras muestras de este tipo pero en el futuro vendrán más, siempre con la colección como punto de partida. No en vano, Serra ya lo advirtió cuando llegó al cargo, hace cinco años, y lo repite siempre que puede, "tenemos una colección extraordinaria, diferente a las otras que permite un discurso propio que hay que potenciar". La frase la ha dicho por enésima vez durante la presentación de la próxima temporada expositiva. "Nunca vendrán proyectos cerrados desde fuera. No tendría sentido", afirma. Bueno, algunos, como la gran exposición sobre Torres-García producida por el Moma de Nueva York  y con parada en Málaga y Madrid, quizá sí que habría tenido sentido, pero no tuvo presupuesto.

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El resto de lo programado ya forman parte del ADN expositivo de los últimos años: monográficas dedicadas a autores presentes en los fondos que por diferentes razones (exilio, muerte prematura, mala suerte...) han quedado olvidados o fuera del canon pero que por su calidad merecen ser recuperados. Esta temporada será el turno de Pere Torné Esquius, Ramon Pichot e Ismael Smith. Y la guinda, la pondrá la nueva ordenación de las áreas de Renacimiento y Barroco con un nuevo discurso y con el depósito Thyssen y el legado Cambó integrados en el recorrido.

La presentación también sirvió para hacer un balance "positivo" de los cinco años en el cargo de Serra (su contrato se acaba en febrero pero estipula una prorroga que nada hace sospechar que no se vaya a ejecutar). Y mirar al futuro con optimismo y nuevos planes. Hasta la fecha se ha posicionado el museo: se ha pasado de los 400.000 a los 800.000 visitantes. El presupuesto ha aumentado, poco, pero lo ha hecho: la previsión, no aprobada, es de 15,2 millones de euros para el 2017. El centro genera recursos propios (4,3 millones). Los fondos salen de viaje: este año hay previstas tres exposiciones itinerantes importantes, entre ellas una de Ramon Casas en Madrid y otra de Gaudí en Brasil. Y se ha ganado tiempo al tiempo, es decir, el programa se puede trabajar con margen de antelación: las exposiciones del 2017 y del 2018 ya están cerradas.

"QUEREMOS TALENTO"

Un panorama, el actual, mucho mejor que el que se encontró Pepe Serra cuando tomó las riendas del Palau Nacional que permite al ahora responsable del museo mirar el futuro con optimismo y con nuevos planes que pasan por potenciar la relación con el visitante, digitalizar la colección y mejorar la gobernanza: "Queremos talento", afirma Serra. Y eso es algo difícil de conseguir con "la institución sometida a los corsés y clichés de la Administración". Algo a lo que también se aspira es a la muy deseada reurbanización de la zona de Montujuïc como una explanada de los museos y a la ocupación de los pabellones de la Fira para albergar las exposiciones temporales: "El Ayuntamiento no lo ve mal pero pide el liderazgo de la Generalitat", sostiene Serra. "No hace falta hacer una cosa faraónica, basta con empezar y arreglar un pabellón es fácil". Y sería un buen comienzo.