CRÓNICA DE CONCIERTO

Un Mozart transparente con Uchida

La pianista y directora japonesa conquista el Palau secundada por la Mahler Chamber Orchestra

Concierto de Mitsuko Uchida y la Mahler Chamber Orchestra en el  Palau de la Musica Catalana

Concierto de Mitsuko Uchida y la Mahler Chamber Orchestra en el Palau de la Musica Catalana / periodico

CÉSAR LÓPEZ ROSELL

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Un monográfico de Mozart con intérpretes tan complementarios solo podía ofrecer buenos resultados. La propuesta de Palau 100, con la exquisita Mitsuko Uchida en su doble rol de solista y directora y la estimulante Mahler Chamber Orchestra (MCO), conquistó al público del recinto modernista seducido por la feliz inmersión en el programa realizada por la pianista y la formación de talentos europeos creada hace 18 años por Claudio Abbado. La profundidad y sensibilidad del discurso musical de la artista japonesa, vienesa de adopción, unidas al compromiso de unos músicos que se reúnen para disfrutar de la libertad creativa en la recreación de las grandes obras de la clásica propició una gozosa velada.

Los integrantes de la MCO se han asociado con Uchida para emprender una gira por Europa y Japón, que el lunes hizo escala en Barcelona. Experta en la obra del genio de Salzburgo, del que ha grabado la integral de sus sonatas y los conciertos para piano, la artista se ha implicado a fondo en esta aventura en la que se ha contagiado también de la energía de unos músicos apasionados entre los que figuran la catalana Anna Puig (viola) y otros tres españoles.

COMUNIÓN

La comunicación entre Uchida y los intérpretes se puso de manifiesto desde el 'Concierto para piano número 19', aunque el punto álgido de la comunión entre ellos llegó con el 'Concierto número 20', que contrasta enormemente con el anterior a pesar de estar compuestos con solo dos meses de diferencia. La entusiasta expresividad de los gestos de dirección de la artista ayudó a crear un clima de empatía que fue de menos a más. La orquesta, sin la japonesa, ofreció también el ‘Divertimento en si bemol menor, Sinfonía de Salzburg’, al que le faltó espontaneidad por estar quizá poco trabajado.

La interpretación de las obras reflejó la evolución de la pianista hacia una mayor claridad y transparencia. Uchida se ha alejado de la rigidez normativa para adentrarse en un espíritu más libre. La estructura rítmica y marcial del primero de los conciertos apareció con elegante naturalidad. El remate con el ‘Concierto número 20’ -dotado de una mayor profundidad psicológica en el discurso, de gran riqueza tímbrica y con bellísimos diálogos entre la solista y la orquesta- complació a un público ya entregado. Uchida exhibió su depurada técnica y virtuosismo al servicio del equilibrado conjunto