Escritor. Publica 'Limbo'

«Mis libros hablan de la complejidad del mundo»

Agustín Fernández Mallo, la pasada semana en Barcelona.

Agustín Fernández Mallo, la pasada semana en Barcelona.

ELENA HEVIA
BARCELONA

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A la narrativa de Agustín Fernández Mallo (La Coruña, 1967), físico reconvertido en escritor y portaestandarte, quizá a su pesar, de la Generación Nocilla, se la puede acusar de todo menos de plegarse a la facilidad naturalista. Sus obras tienen una estructura fragmentaria y cubista, de ahí que el lector deba enfrentarse a ellas como lo haría frente a una moderna obra plástica. Acaba de publicar su novela Limbo (Alfaguara).

-¿Qué intuiciones le han llevado a construir esta novela?

-Mi idea de partida es que nuestra identidad no solo se construye en nuestra cabeza sino también gracias a una esfera de información gigantesca y sin autoría que nos está conformando sin que lo sepamos.

-En el prólogo presenta al físico Werner Heisenberg poco antes de su contribución fundamental a la teoría cuántica. 

-Sí, él dice que en su teoría tiene que fijarse en los estados iniciales y finales de las cosas y que el centro queda así constituido por una especie de limbo. Ahí es donde entro yo como escritor, en esa zona impura de fronteras traspasadas.

-Gracias a Breaking Bad, Heisenberg, un genio captado por el mal del nazismo, se ha convertido en una especie de icono pop.

-Pues lo siento, no he visto la serie. En la novela otro científico dice que Heisenberg no era pronazi pero sí hipernacionalista y por ello tenía una relación muy infantil con el Estado, identificándolo con la patria. Pero vamos, en la novela paso de puntillas sobre este aspecto.

-Eso es algo que se le ha reprochado, su enamoramiento tecnológico y su distancia frente a la política.

-Es verdad, la política como ideología no está en mis libros, pero mis libros son políticos en un sentido amplio. La mía es una mirada moral frente al mundo que respeta la inteligencia del lector y no intenta aleccionar a nadie.

-Ahora existe un grupo de autores emergentes, posteriores a la Generación Nocilla, a los que la crisis imperante les lleva a historias más comprometidas. 

-Mis libros hablan de la complejidad del mundo, si eso no es comprometerse con la realidad que baje quien tenga que bajar y lo vea.

-¿Entonces se puede decir que hay  un reflejo de la crisis en su libro? 

-No lo sé. Imagino que inconscientemente, sí. También es verdad que en la última literatura española ha habido un repliegue conservador. Cuando el miedo manda nos vamos a posiciones más conocidas.

-¿A casa de nuestros mayores?

-Eso es. Eso se ve en todo, desde la política hasta la publicidad. Pero a mí lo que me excita y lo que me hace estar en el mundo es no comulgar con ese planteamiento.

-Sus personajes buscan el sonido del fin. ¿Usted, como músico, ha encontrado algo parecido?

-Junto con Joan Feliu, soy la mitad del grupo Frida Laponia pero no me considero músico porque no me planteo la música como proyecto vital. El mío es la escritura. El sonido del fin es una invención pero tiene que ver con un ruido primordial, un temblor en la materia, que nos compone y no se puede detectar.

-¿Y como científico le es más fácil apreciarlo?

-Todos mis personajes tienen una mirada extrañada. Es la mirada del científico, el que desenfoca un poco la realidad para captar lo que nadie ha visto.