EXPOSICIÓN EN LA FUNDACIÓ SUÑOL

Mirar el sida a través del arte

'Perfect lovers' exhibe obras de artistas que lucharon contra la enfermedad en la Fundació Suñol

Las cuatro fotografías de Robert Mapplethorpe presentes en la exposición.

Las cuatro fotografías de Robert Mapplethorpe presentes en la exposición. / JOAN PUIG

NATÀLIA FARRÉ / BARCELONA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Perfect lovers es el título de una de las obras más icónicas del artista Félix González-Torres: dos relojes sencillos, como los que habitualmente se encuentran en las cocinas, puestos de lado y que arrancan con las mismas pilas, empiezan marcando la misma hora, pero con el tiempo se desincronizan. La pieza es una alegoría del amor: de una pareja irremediablemente destinada a interrumpir su perfecta armonía. También es una obra que el artista dedicó, en 1987, a su amante poco antes de que este muriera a causa del sida. Y es, a juicio de la directora del FRAC Nord-Pas de Calais Hilde Teerlinck, «una manera poética, sensible y frágil de hablar de la vida, de la muerte y del sida». De ahí que Teerlinck haya tomado prestado el título de la obra para bautizar la muestra que comisaría en la Fundació Suñol, hasta el 24 de enero, y que, organizada por la Fundació Art Aids, exhibe piezas históricas de los años de máximo activismo artístico contra la enfermedad, los 80 y 90, que hablan «con una poesía extrema del estigma del sida», apunta.

Los relojes de González-Torres no están en la muestra, pero sí lucen otras piezas, también «poéticas», según Teerlinck, del artista cubano, como Last light, un montón de bombillas unidas por un hilo que se funden en diferentes tiempos y que aluden a la temporalidad de la vida. Como poética es también Blue, una proyección con una voz en off que narra lo que debería verse en la pantalla congelada en azul. Y es que a Derek Jarman, su autor, el sida lo dejó casi ciego y todo lo que veía antes de morir, en 1994, eran destellos azules.

Más reivindicativas son las piezas de Pepe Espaliú y de General Idea, obras que buscaban dirigir la atención de la sociedad hacia la enfermedad y hacer visible el problema de los que la sufrían. El creador andaluz, también contagiado por el sida, dedicó los últimos años de su vida a implicarse en la acción social y fruto de ello fueron sus acciones Carrying, en las que Espaliú era transportado en brazos por ciudadanos voluntarios, el video de una de estas performances, la que realizó en San Sebastián, luce ahora en la muestra.

Mientras, el colectivo estadounidense concentró sus esfuerzos en concienciar a la ciudad de Nueva York de que el sida existía y se extendía. Lo hizo infestando las calles de la ciudad con chillones pósteres con la palabra sida. Después de esta acción vinieron otras, y ahora un mural descolorido, que apenas se ve, cuelga en una de las paredes de la Fundació Suñol. «Es una metáfora de cómo ha cambiado la percepción del sida en Occidente. La enfermedad está normalizada pero a la vez está presente», apunta Teerlinck. Como presente está en la instalación de Robert Gober que también acoge la exposición, una pieza realizada con lavamanos, un tema recurrente en sus trabajos .

La cuota fotográfica de la muestra lleva tres firmas importantes, la de los malogrados Peter Hujar y Robert Mapplethorpe, y la de Nan Goldin. Todos con imágenes sensuales y poéticas que rehúyen mostrar el desgarro de la muerte. Y la cuota contemporánea llega de la mano de tres artistas actuales -Eulàlia Valldosera, Karen Cytter y Willem De Rooij-que han preparado una obra cada uno ex profeso para la exposición. «No están relacionados directamente con el sida pero aportan su visión», concluye la comisaria.