EL FOTÓGRAFO DE MAGNUM HA VISITADO BARCELONA

La mirada de ABBAS

MÒNICA TUDELA / Barcelona

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Cuando el fotógrafo iraní Abbas Attar (1944) empezaba a trabajar cubriendo conflictos bélicos, en los años 70 del siglo XX, cuenta que le sorprendía ir al campo de batalla y encontrarse con cuatro fotógrafos captando la misma foto. «Entonces yo envidiaba al pionero Robert Capa. Pensaba: ‘Capa era afortunado. Estaba solo cuando trabajaba’, pensaba. Pero es que ahora vas a cubrir cualquier cosa y no hay cuatro fotógrafos, hay 65», explica. Con esta sola frase, Abbas (que es como firma) resume de manera gráfica cómo ha cambiado el patio de la fotografía en las últimas décadas. «Hay que acostumbrarse», añade.

Abbas es referencia para todos los que fotografían conflictos y es miembro de la agencia Magnum desde 1985. Nació en Irán pero reside en París y hace unos días viajó a Barcelona en su primera visita pública para dar una charla en el marco del programa Objectiu BCN, que organiza el Ayuntamiento con la red de centros cívicos y que pretende obtener un retrato visual colectivo de la ciudad. Es misión imposible conseguir que este hombre hable de algo más que no sea su trabajo, su trabajo y su trabajo. «En mi biografía dice que nací fotógrafo y así voy por el mundo. El resto no interesa», comenta. 

Abbas, que lo ha fotografiado todo durante 50 años, no se deja retratar a cara descubierta y, sin embargo, no pone objeciones a que le graben en vídeo. «La foto se recuerda y circula de un lado a otro. Con el vídeo no pasa igual», argumenta. «Haga usted la prueba», dice. Aceptamos el reto. 

La reputación del fotógrafo

Hablando pues, solo de su trabajo, en su currículum profesional figuran acontecimientos como la guerra de Bangladesh, Vietnam, Irlanda del Norte, Chile, Cuba, las guerras en Oriente Próximo, o el apartheid en Sudáfrica. De 1978 a 1980, fotografió la revolución en Irán, su país, lugar al que volvió en 1997 tras 17 años de exilio voluntario. «Seamos claros, cuando empecé, la reputación de un fotógrafo se construía yendo a la guerra. Supongo que por eso me metí en esto», explica. 

«Hoy es lo mismo: quienes empiezan continúan queriendo ir a las guerras y algunos acaban muertos. Cuando empiezas, el coraje es a veces falta de imaginación. Con 20 años uno no se imagina herido o con una pierna menos. Yo mismo he puesto en riesgo mi vida varias veces pero, por favor, no me feliciten. No he hecho de ello mi forma de vida», dice. 

Hoy, para él, los conflictos quedan en un segundo plano: «No corro tanto como cuando empecé, pero no es solo algo físico. Uno cambia. Puedes cubrir un conflicto, dos o tres, pero pasa el tiempo y quizá ya no estás tan fascinado por esos temas». En los últimos 25 años, Abbas ha centrado su trabajo en la religión y en el conflicto que vive la civilización judeocristiana y el islam. «Trato de entender a Dios y me fascina saber por qué la gente cree y tiene fe», explica.

El momento suspendido

Frente al mítico instante decisivo del fotógrafo francés Henri Cartier-Bresson, Abbas se autoproclama autor del «momento suspendido». «¡No me comparen con Cartier-Bresson, él es un monumento! Mi estética se definiría más bien como muchas cosas pasando a la vez en la foto, pero todas relacionadas. Desarrollé esta forma de trabajar viendo los cuadros de Rembrandt», cuenta. «Sí, llevo 50 años haciendo las mismas fotos, pero estoy feliz de ser el mismo. Quizá porque soy del Este no tengo la necesidad de inventar el mundo cada mañana. Eso pertenece más al mundo occidental», confiesa.

Desde la atalaya de su experiencia, Abbas lanza un consejo para los que empiezan: «Primero, cómprate un buen par de botas de caminar y luego, enamórate». ¿Perdón? «Cuando te enamoras ves la vida de forma distinta. A partir de ahí, si quieres ser fotógrafo de conflictos, eso ya es otra cosa. Pero lo primero son las botas de caminar».