CRÓNICA

MIRA Festival, nuevas aventuras en alta fidelidad

La muestra de artes digitales cierra fastos con una jornada variada, inquieta y siempre sugerente

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fcasals40915186 icult el grupo shackleton y anika171112130137 / TONI ROSADO

Juan Manuel Freire

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Como deberían hacer todos los festivales, el MIRA ordena su cartel de menor a mayor velocidad, arrancando con los artistas más lánguidos y acabando en la 'mákina' ilustrada. El sábado, en la Fabra i Coats, la tercera y última jornada casi arrancó con el ambient panorámico de Dedekind Cut, el artista 'trotagéneros' que antes firmaba como Lee Bannon. Guiños claros al más etéreo Ryuichi Sakamoto, pero también a 49ers o Elvis Presley, llegados a la mezcla como psicofonías capturadas casi sin querer.

Lo del tótem experimental William Basinski es engañosamente estático: como un río de sonido, parece no cambiar cuando en realidad no deja de hacerlo. Sea como sea, el autor del mítico 'The disintegration loops' insistió con buen juicio en que nos sentáramos, para así poder apreciar mejor, en profunda concentración, las largas piezas en sutil pero constante transformación de su homenaje a Bowie 'A shadow in time'.

Ruido y música

La jornada empezó a ganar ritmo con el equipo de folk ritual formado por Shackleton y la cantante Anika, a los que se suman sobre el escenario Raphael Meinhart (percusión) y Takumi Motokawa (teclados). Canciones de pulso tribal con voces estoicas; fáciles de imaginar como banda sonora alternativa del filme de culto de los 70 'El hombre de mimbre'. 'Easy listening' en comparación con el 'post-grime' maximalista de Visionist, pero, sobre todo, la cruda experiencia de Emptyset, quienes se sirven de frecuencias extremas para explorar la relación entre ruido y música. Como cantaban Pulp: "This is hardcore".

El elemento pop fue, en general, más fácil de encontrar ayer en la 3D Sound Room, donde Kelly Lee Owens ofreció una sesión (no pudo ser directo porque perdió una maleta) con buenas dosis de estribillos; Essaie Pas lanzaron en directo un electro brutal pero cargado de ganchos melódicos, y Voiski propuso 'post-trance' de fraseos contagiosos.

En la Main Room, y ya cerca del final de la jornada, se pudo disfrutar de un accesible pase del veterano Mike Paradinas, más conocido como µ-Ziq. Acortando distancias entre su pasado 'drill'n'bass' -juego de palabras entre 'drill' (taladro en inglés), y drum’n’bass- y un horizonte pop de intensidad japonesa, hizo bailar al público posiblemente como nadie en esta edición del MIRA. Ayudaban a entrar en fase de delirio los visuales sincopados de Florence To, apostada en el escenario justo al lado de Paradinas, compartiendo los focos. Música y arte visual en cálida confraternización: así podría resumirse este gran festival.