Mil semanas en taquilla

El filme de Bollywood 'DDLJ' bate el viernes un récord de longevidad, ya que un cine de Bombay lo proyecta cada día desde hace 19 años

Espectadores se hacen un 'selfie' ante la puerta del cine Maratha Mandir.

Espectadores se hacen un 'selfie' ante la puerta del cine Maratha Mandir.

VÍCTOR OLAZÁBAL / BOMBAY

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Cada día, a las once y media de la mañana, los habitantes de Bombay tienen una cita en el cine Maratha Mandir a la que no faltan. A esa hora, se apagan las luces, se cierran las puertas y comienza Dilwale Dulhania Le Jayenge (conocida como DDLJ), la película que lleva en cartelera desde 1995, todo un récord.

El viernes 12 de diciembre cumple 1.000 semanas ininterrumpidas en taquilla. Y no pierde su éxito. Entre semana, unas 300 personas diarias acuden a verla y los domingos, el día de más audiencia, se cuelga el cartel de aforo completo (1.102) en este antiguo teatro de la capital económica india. Hace dos días se vendieron 360 entradas, solo 50 menos que para Action Jackson, la película bollywoodiense de estreno que comparte cartel con DDLJ en el Maratha Mandir. «Ahora la sala se suele llenar un 30-40% de su capacidad. Durante los diez primeros años, vendíamos todos los días un 80-90%. Domingos y festivos se sigue llenando», comenta Pravin V. Rane, el responsable del cine.

Los jóvenes que pueblan la sala han visto la película muchas veces, se la saben entera. Durante la proyección, unos van imitando en voz baja los diálogos que se saben de memoria; otros, la mayoría, aplauden y silban de emoción cuando saben que va a venir una canción o una broma; y otros, claro, no sueltan el teléfono móvil. Les delata el brillo constante de sus pantallas en plena oscuridad. Hay incluso quien toma fotos a la película desde su asiento.

Historia de amor

El argumento de DDLJ (El corazón valiente se llevará la novia) es muy sencillo. La típica historia de amor prohibido entre los jóvenes Raj, interpretado por el exitoso Shah Rukh Khan, y Simran, a quien da vida Kajol, que viven su romance a escondidas mientras el padre de ella quiere otro destino -es decir, otro marido- para su hija. Una lucha entre la tradición, la obediencia y los deseos de la juventud india, envuelto todo en un musical romántico de Bollywood. «La he visto muchas veces, aunque en el cine es la primera vez. Vengo porque son muy divertidos la película y el ambiente que hay en la sala», comenta Srilaxmi, una estudiante de 21 años.

Rane, que lleva 40 años trabajando en Maratha Mandir, cuenta que viene gente que la ha visto hasta 50 veces. «Los sentimientos que transmite son muy buenos y las canciones son bonitas. La gente se lo pasa bien». Añade que además la película ahora se ha digitalizado, por lo que la calidad de la imagen es mejor y así él se evita tener que comprar cada año una copia nueva de la cinta como hacía antes.

20 rupias la entrada

Hay otra razón del éxito, según este gerente. «Es el precio que ponemos. Las entradas se venden a 20 rupias (25 céntimos de euro) en el anfiteatro y a 15 (19 céntimos) en la planta baja, un precio ridículo». De hecho, Rane reconoce que con los estrenos recaudan más dinero porque la entrada común es de 100 rupias (1,30 euros). Entonces, ¿por qué mantenerla? «Ahora ya no es tan buen negocio tenerla. La mantenemos porque queremos que el público se siga divirtiendo. Y queríamos llegar a las 1.000 semanas».

Después de alcanzar este logro rotundo, ni el propio Rane sabe qué pasará con DDLJ a partir de este momento. Afirma que harán cuentas y, si ven que es rentable, la mantendrán. Si no, descolgarán el mítico cartel que luce en la fachada del cine. «La vi hace muchos años pero he vuelto a la sala porque temo que sea su final y la quiten. Es una historia de amor muy buena», dice Preetam Ravate, de 30 años.

Vítores del público

Este joven se sienta en su butaca después de comprar una bebida en el intermedio de la película. El anfiteatro está lleno. Las luces se vuelven a apagar. La orgía de gritos llega en la escena final, la más conocida, cuando el padre sorprendentemente permite a la hija marcharse con Raj. Este se aleja en un tren habiéndolo dado todo por perdido, mientras Simran corre por el andén para no perderle. La banda sonora queda eclipsada por los vítores del público que, aunque sabe el final desde el principio, aguanta con emoción y aplausos a que las manos de los amantes se toquen.