CRÓNICA
Mercè 2017: Brighton 64, fotos de hoy
El grupo barcelonés ofreció un vibrante concierto en el Moll de la Fusta encabezando el cartel 'Barcelona y la cultura mod', en el que tomaron parte Los Retrovisores y Amadeu Casas
Jordi Bianciotto
Periodista
JORDI BIANCIOTTO / BARCELONA
Los Retrovisores decían en su primer disco que “la nostalgia ya no es lo que era” y el concierto en el que tomaron parte, este viernes en el Moll de la Fusta, les dio la razón. Encabezando el cartel, Brighton 64, la institución mod barcelonesa por excelencia, rehuyendo la casilla de banda ‘revival’ y marcando músculo con el repertorio de su nuevo disco, ‘El tren de la bruja’.
La noche titulada ‘Barcelona y la cultura mod’ la abrió un músico reputado ajeno a ese imaginario, Amadeu Casas, luciendo su refinado estilismo a la guitarra, de solos clásicos y vibrantes, en un repertorio decantado por el homenaje a B. B. King, a quien el año pasado un disco entero, ‘The king is gone’. Cómplice de artistas como Pi de la Serra y Big Mama, Casas encabezó una formación poderosa, con tres metales, con la que se movió con solidez entre el rhythm’n’blues de ‘The thrill is gone’ y un hondo asalto a ‘Sweet little angel’ al que se sumó el cantante de Brighton 64, Ricky Gil.
Guateque en el muelle
Antes de que los hermanos Gil tomaran el escenario, guateque desatado con Los Retrovisores, reivindicando la herencia ‘sixties’ con sus estribillos pop envueltos en fibras soul, ese ‘Sonido Joanic’ que abanderan en su último disco. Esencialmente, una trepidante sesión de baile que prendió en el Moll de la Fusta a base de hitos propios como ‘Me olvidé de ti’ y su versión del negrísimo ‘Harlem shuffle’, de Bob & Earl (quizá más conocido por la versión de los Stones en los 80).
Culminando la noche, 30 años después de su primer paso por la Mercè (aquella polvorienta Recta de l’Estadi de los 80), Brighton 64, mirando hacia delante en una primera mitad de recital centrada en su material contemporáneo: de la instrumental ‘Reacciones’, que abre ‘El tren de la bruja’, a fibrosos artefactos power pop como ‘Vent que bufa al meu favor’ y ‘Duelo al sol’, y la sorprendente incursión en el ska de ‘¿Quién mató al gato?’.
En el repertorio moderno se vio a la banda comprometida y excitada: había que ver a Jordi Fontich abandonando su puesto en el teclado para jalear a los fans agitando la pandereta. Y en el antiguo el diálogo con el público, más joven que maduro aunque había de todo, ya vino rodado: cayeron clásicos como ‘En mi ciudad’, ‘Barcelona blues’, ‘La casa de la bomba’, fundida con ‘Haz el amor’, y ‘Fotos del ayer’, propagando las esencias pop en el Moll de la Fusta hasta pasadas las tres de la madrugada. ¿Quién dijo cansancio?
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