Conciertos de los autores de 'With or without you¿

U2: La memoria del gigante

El 'Innocence + Experience tour' llega al Palau Sant Jordi apelando a la emotividad y el recuerdo

Bono, The Edge, Adam Clayton y Larry Mullen, en una imagen promocional.

Bono, The Edge, Adam Clayton y Larry Mullen, en una imagen promocional.

JORDI BIANCIOTTO / BARCELONA

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La percepción de que no son tiempos para exhibiciones de megalomanía o triunfalismo tiene un indicador al que acogerse, quizá banal pero ilustrativo, en la nueva gira de U2. Mientras en la anterior, 360º (que se abrió con un doblete en el Camp Nou, en el 2009), el grupo jugó al rock-espectáculo en su más faraónica versión, esta vez busca un contacto con el público un poco, solo un poco, más cercano, pasando de los estadios a los pabellones cubiertos, y envolviendo los conciertos de una narrativa emotiva con vistas a los orígenes. La pureza de las primeras veces, la evocación de la inocencia, ponen el sensible argumento de la gira que les trae mañana al Palau Sant Jordi.

Cuatro citas en la sala de Montjuïc, únicas en España (repetirán el martes, el viernes y el sábado; quedan algunas entradas para estos dos últimos) con los que U2 regresa a los conciertos de dimensiones medias de la mano de un disco, Songs of innocence publicado hace un año, que ofrece más recogimiento que prepotencia, y que matiza los vértices épicos del grupo con trazos de melancolía. Los irlandeses, reconocidos por su rock aplastante, de inclinaciones místicas rayanas en el mesianismo, tratan de adoptar un tono más cálido, basando la primera parte del concierto en esas canciones nuevas que apelan a la memoria íntima, si bien esa exhibición de fragilidad emocional no significa que estemos ante un concierto austero.

Cortina translúcida

El espectáculo del Innocence + Experience tourcon dos escenarios, uno a cada extremo de la pista, el grande asociado a la inocencia, y el pequeño, a la experiencia (concepto de dará pie al próximo disco de la banda, Songs of experience, de previsible publicación el año que viene), ambos unidos por una larga pasarela sobre la que pende una gran pantalla translúcida, el ingrediente más poderoso del montaje. Ahí, mezclados con las imágenes proyectadas, es decir, colocados entre las dos pieles de la pantalla, o bien desfilando y tocado a sus pies, se situarán, en diversos momentos del concierto, los cuatro miembros del grupo, generando originales construcciones visuales que podrán ser apreciadas especialmente por el público situado en las gradas laterales del Palau Sant Jordi, y no tanto por el que se coloque en los asientos frontales al escenario (de ahí que algunas entradas que se pusieron a la venta, de precio inferior, fueran de visibilidad limitada).

Iinicio nostálgico

El concierto arranca con una pieza nueva, The miracle (of Joey Ramone)con guiños al glam que los músicos escuchaban en los 70, mientras Bono sube desde la pista al escenario pequeño, sobre el que flota una enorme bombilla que evoca su primer local de ensayo.

Las referencias al pasado son frecuentes en el primer bloque de canciones, donde abunda el material de estreno, piezas como Iris (Hold my close), dedicada a la fallecida madre del cantante; Cedarwood road, que alude al piso en el que este vivía con los miembros del grupo Virgin Prunes, o Raised by wolves, recuerdo de un atentado del IRA en Dublín que suele sonar precedida de una versión acústica del clásico, también evocador de aquellos días de drama terrorista, Sunday bloody Sunday. En esa secuencia pueden caer otras piezas de origen lejano, como I will follow. Todas las canciones del nuevo disco han ido desfilando por los repertorios salvo dos, This is where you can reach me now y This is where you can reach me nowSleep like a baby tonight

Hitos titánicos

En el tránsito hacia el escenario pequeño, el de la experiencia, y a través de la pasarela, el repertorio camina rumbo a la historia, y ahí conviven los rescates imprevistos (en algunos conciertos han sonado canciones olvidadas en las últimas giras, como October y Zoo station) con los hitos. Cuesta imaginar un concierto de U2 sin Pride (In the name of love), With or without you oPride (In the name of love), With or without you  Where the streets have no name. Tampoco es previsible el descarte de la era electro-rock de Achtung baby, de la que suelen caer Mysterious ways y Even better than the real thing. Nostalgia con ánimo vigoroso y un espectáculo hi-tech de aspiraciones intimistas para 16.000 personas. Es este U2 de piel cambiante, adaptable a las circunstancias, que seguirá renunciando a los estadios en la prolongación de la gira proyectada para el 2016.

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