UN ENFOQUE MARCIAL A LA NOVELA HISTÓRICA DE TEMA ROMANO

Un escritor adiestrado

Massimiliano Colombo, exparacaidista, se pone en la piel de los veteranos de los ejércitos de Roma en 'La legión de los inmortales' y 'El estandarte púrpura'

Massimiliano Colombo, durante una visita a Barcelona.

Massimiliano Colombo, durante una visita a Barcelona.

LUIS ALBERTO MORAL
BARCELONA

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Massimiliano Colombo sufre vértigo. En 1988, sin embargo, formó parte de la Brigada de Paracaidistas Folgore, del Ejército italiano. El adiestramiento fue duro, exigente. «Cada día podías renunciar. Entregabas el gorro y nadie te decía nada. Estuve a punto de dejarlo más de una vez», confiesa. «Pero durante dos meses cumplí con el entrenamiento, y cuando llegó el momento salté sin saber ni siquiera cómo». Por la misma razón, sin haber escrito más que cartas en la escuela, quiso probar con una novela. Quiso ser escritor.

Massimiliano Colombo (Bérgamo, 1966) publicó La legión de los inmortales en 2010. Debido a su éxito editorial, Ediciones B lanzó la traducción al español en enero del 2014. Recientemente ha llegado a las librerías el segundo de sus libros, El estandarte púrpura.

El escritor italiano es un apasionado de la historia. Ha recreado, gracias a la arqueología experimental, la vida cotidiana del mundo romano; incluso pinta miniaturas de la antigua Roma. Su pasión por la historia le ha hecho acudir a las fuentes latinas para el periodo sobre el que escribe, las obras de Julio César, Tácito y Dión Casio, además de textos históricos contemporáneos, de colegas historiadores, para documentarse. También bebe de los relatos orales que escuchó de sus antepasados, que hablaban de guerras en Rusia y Albania. Y sobre todo, le guía su propio pasado. «Soy un apasionado de los ejércitos antiguos. He sido militar, y he pensado la historia de un legionario expresada por un militar».

Esa experiencia castrense le inculcó un código que hoy sigue reconociendo como diferente: el trabajo, la constancia, la obediencia, la unidad. Ese bagaje lo ha transmitido a sus personajes. En el primero de sus títulos publicados en España, una legión acabada de formar en el año 54 a. C., compuesta por reclutas jóvenes, cae en una emboscada en Atuatuca C.). «La batalla real causó 9.000 muertos en un día. Para ver cuál era el espíritu del legionario romano, los pocos supervivientes se suicidaron», porque, reconoce: «para Roma no existe el perder». Aun así, es extraño: «Había otras legiones más cerca, más expertas, y es extraño que un estratega como Julio César fallara». Es un agujero negro de la historia. «Debe de haber algo que no sabemos, algo que no es cierto en La guerra de las Galias». También los errores de políticos y generales (en este caso la política represiva del gobernador de Britania Suetonio, en el 60 d. C.) están detrás del drama que deben vivir los soldados de a pie en El estandarte púrpura.

El soldado que aprendió a escribir habla del oficio. «No escribo en los momentos de plenitud mental, trabajo por la tarde, en el tren, en el bar, cuando estoy comiendo. Tal vez por esto mis personajes están enrabiados», bromea. Procura emplear el máximo de elementos de realidad, también en las descripciones reales. Como dice, «dentro de este género, está la Historia en mayúscula, aquello que pasó; y dentro la invención que muchas veces se acaba comiendo la primera».

Ante todo, el autor italiano reivindica la figura del soldado que fue por encima de los grandes nombres de la historia: «Porque el César estaba escribiendo esta historia con tinta; pero sus soldados la escribían con sangre. Solo imaginé esa historia», dice, refiriéndose al primero de sus libros. Relatos explicados a través de la acción, que redimen a un batallón derrotado en un caso y a la derrotada reina britona Boadicea en el segundo. Una memoria literaria de un imperio victorioso, aunque, ¿está Roma idealizada? «Me gusta imaginarla así».