CRÓNICA

Marlango, muy lejos de Waits

La banda madrileña reafirmó la orientación pop de 'El porvenir' en Barts

JORDI BIANCIOTTO / BARCELONA

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En realidad, Marlango nunca sonó a Tom Waits, ese artista en el que se inspiraron en el momento de bautizarse, sino a una idea de Tom Waits: estilizada, pulida y de alto standing. Un poco anti-Waits, en consecuencia. Pero, con su anterior disco, Un día extraordinario, el grupo se alejó aún un poco más de aquel referente camino de un registro más pop, diáfano y radiable, en el que reincide en su nueva obra, El porvenir, que el jueves presentó en Barts (Festival de Jazz). Somos ante una nueva versión de Marlango, sin la trompeta de Óscar Ybarra, más orientada hacia una canción-pop con poco misterio.

La sesión la abrió una joven criatura a la que habrá que seguir los pasos, el albaceteño Jacobo Serra, cantautor de refinadas maneras y estilo vocal ensoñador, que hace pensar en el Rufus Wainwright más folk-pop. Reapareció un rato después como invitado de Marlango en una versión de When I'm 64, de los Beatles, que dio a entender que el grupo le protege y arropa. Hacen bien, porque Serra parece tocado por un don especial, como invita a pensar su sofisticado, inesperadamente maduro, primer disco largo, Don't give up.

Marlango celebró su vínculo con el público barcelonés («no es que nos sintamos como en casa, ¡es que estamos en casa!», proclamó el pianista Alejandro Pelayo) y navegó entre los restos de aquel cabaret filojazzístico de su primera época (Shake the moon, que abrió el recital) y ese nuevo material de intenciones más dinámicas. Despuntaron Puede y la frenética Dinero, mientras que Al borde del abismo y Yo sola sonaron más impersonales y las podría haber grabado cualquier otro grupo. Ese es el peligro del actual rumbo de Marlango.

TOQUE COPLERO

Leonor Watling cantó Via con me, de Paolo Conte, con ánimo de homenaje más que de recreación, y con su mezcla de corrección, sensualidad y distanciamiento. En los bises se atrevió con la copla Ay, pena, penita, pena, en esa versión buscadamente perezosa de El porvernir. Las versiones canalizaron, pues, los aires de canción popular un poco viciada ausentes en su repertorio propio, cada vez más decantado hacia un pop funcional. El contraste se apreció al rescatar It's all right The long fall. Sí, en sus inicios, Marlango cayó en el esteticismo, pero, pese a todo, ahí había un concepto nítido que ahora parece diluido.