CRÓNICA

Mark Lanegan, alma y máquina

El cantante impactó en Apolo en su eficaz 'Blues funeral'

Mark Lanegan (en el centro), durante el concierto en la sala Apolo.

Mark Lanegan (en el centro), durante el concierto en la sala Apolo.

JORDI BIANCIOTTO
BARCELONA

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Mark Lanegan se ha pasado los ocho últimos años compartiendo proyectos: Soulsavers, Isobel Campbell, Queens of the Stone Age, The Twilight Singers, The Gutter Twins... Cuando se ha dado cuenta, había pasado tanto tiempo sin entregar un disco propio que el resultado,Blues funeral, contagia voracidad y sabe un poco a nuevo comienzo. Guitarras turbias y cavidades místicas, sí, y también una inesperada aleación con la electrónica de tacto áspero. Uno de los más abrumadores discos de rock de lo que llevamos de año.

En su traslación al directo, el lunes en Apolo, la recién rearmada Mark Lanegan Band matizó un poco el factor electrónico pero sonó como una apisonadora desde la primera canción de la noche,The gravedigger's song, un intimidante armatoste de rock con ancestros en el krautrock y cercanías, nieto con voz arenosa del grupo alemán Kluster y los neoyorkinos Silver Apples. Tras esa agradable bienvenida, Lanegan recuperó material de otros discos en solitario; canciones de registro posgrunge más reconocible comoHit the city, la arrastradaWedding dress yWish you well, con ese rock a tumba abierta que parece evocar al espectro de The Doors con rugosidadstoner.

El Lanegan que ya tenemos el gusto de conocer, poco o nada comunicativo con el público; de pose inmóvil y concentrado, dice él, en cantar bien. Lo hizo, sí, encuadrado en una puesta en escena vagamente espectral, con sombras y luces rojas.

GUIÑO A SCREAMING TREES / El ecuador de la noche lo señalizó un rescate de Screaming Trees, el único del concierto, conCrawlspace. Una canción casi clandestina, que vio la luz en el disco de rarezasLast words: the final recordings, publicado el pasado verano. Luego, un rodillo deBlues funeral sin freno, con momentos vehementes enQuiver syndrome(rockkamikaze con aullidosstonianos) y el canto lúgubre bailable deOde to sad disco.

El Mark Lanegan de las letanías fantasmales asomó enSt. Louis elegy y la cibernéticaTiny grain of truth, antes de un tramo final con rescates dePendulumyMethamphetamine blues. ElBlues funeralno superó el impacto de la versión discográfica, pero nos dejó razonablemente apabullados.