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Muere Mariano Mores, leyenda del tango

El compositor de canciones imperecederas como 'Uno' y 'Cafetín de Buenos Aires' tenía 98 años

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ABEL GILBERT / BUENOS AIRES

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Su nombre real era Mariano Alberto Martínez y había nacido el 18 de febrero de 1918 en Buenos Aires. Pero los argentinos lo conocieron como Mariano Mores. Y era una de las grandes leyendas vivientes del tango. Ha muerto a los 98 años mientras dormía, convencido de que todavía tenía fuerzas para seguir haciendo cosas.

Mores fue un pianista virtuoso y también dirigió su propia orquesta. Pero la historia de la música popular argentina le reserva desde hace décadas un lugar de privilegio como autor de la música de varios tangos esenciales, entre ellos 'Uno' y 'Cafetín de Buenos Aires', que tienen letras de otro prócer del género, Enrique Santos Discépolo. El canon del tango incluye otras composiciones de Mores como 'Cuartito azul', 'Grisel', 'Taquito militar' y 'El firulete'.

La vida de Mores está en un aspecto ligada a España. En 1929 su familia se trasladó a Salamanca. Los años de perfeccionamiento como pianista transcurrieron allí, al punto que Mores fue conocido como un niño prodigio bajo el nombre de 'Lolo, el compositor relámpago'. El apodo se lo ganó por su dote de improvisador a partir de las consignas que le daba el público. Retornó a Argentina al comienzo de la guerra civil. Por entonces sabía entre poco y nada de tango, solo que había muerto un tal Carlos Gardel. Pero pronto se transformó en un músico indispensable.

ESENCIA PURA DE BUENOS AIRES

Entre 1939 y 1948 fue el piano solista de la orquesta de Francisco Canaro. Luego dirigió distintas formaciones y no se privó de sus veleidades sinfónicas. De alguna manera, Mores conoció todas las fases del tango: su momento de consolidación y expansión, cuando se convirtió en la banda sonora de una ciudad próspera y cosmopolita. A mediados de los años 50, y con la llegada del rock, el bolero y el cha-cha-chá, el tango inició un proceso de retroceso con impacto en la industria discográfica y los bailes. Mores, que ya era un nombre de referencia, se resistió tanto a ese reflujo como a la modernización que encarnaba Astor Piazzolla. Para él, el lenguaje del género no necesitaba actualizaciones: era esencia pura de Buenos Aires. Y con ese credo recorrió el mundo y los escenarios del país.

El conservadurismo jovial de Mores le ganó, naturalmente, críticos y también simpatías. Le gustaba presentarse en el escenario con sus hijos y nietos. "Jamás voy a dejar de tocar. No es mi despedida, ¿quién le dijo eso? Este es un 'hasta luego', porque si mañana me tocan el timbre para actuar, allá voy", dijo. Mores atravesó el tiempo y llegó a grabar con Andrés Calamaro. De ese cruce de generaciones quedaron un puñado de temas. "El cielo se estaba abriendo para dar paso con honor y gloria al maestro y amigo. Fue una hermosa y muy importante oportunidad humana poder compartir días, canciones y grabaciones con el maestro Mariano", lo recordó Calamaro.