La máquina de fornicar del rey Martí

Historias de la historia de Barcelona: poleas para engendrar un heredero y verdugos linchados por incompetentes

ERNEST ALÓS / BARCELONA

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Para darle carne al esqueleto histórico, Enric Calpena recurre en 'Barcelona. Una biografia' a las comparaciones con el presente y a la anécdota, reveladora, truculenta o festiva. Por ejemplo, la historia del artefacto que se dice que bajo la supervisión, más bien 'destrempadora', del Papa Luna y el futuro Sant Vicente Ferrer, debía facilitar que el achacoso rey Martí l'Humà fecundase a su jovencísima segunda esposa, Margarida de Prades, y garantizase la continuidad dinástica. Resulta que lo de 'humà' no se refería a su bondad sino a su inmensa humanidad, con un abdomen tan prominente que dificultaba la penetración. Así que, explica Calpena, al rey lo suspendían con arnés y poleas sobre la expectante reina consorte. O la deseada 'immisio penis' no se logró, o no resultó efectiva.

Además de lo jocoso, también lo siniestro ayuda a la lectura (y a no idealizar a nuestros antepasados). Conviene recordar el rito de ejecución medieval, seccionando trocito a trocito al reo mientras se le paseaba en carro, y hasta qué punto era una atracción turística que ríase usted de los toros. La brutalidad del personal era tal (bueno, la Barcelona del siglo XV era una sociedad con un 10% de su población esclava y donde la prostitución solo se podía ejercer de los 12 a los 20 años) que cuando un condenado se murió tras una simple y preliminar amputación de oreja, el público indignado linchó al negligente verdugo.

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