UNA FIGURA ESENCIAL DEL ARTE JONDO

El profeta del flamenco

Manuel Molina muere a los 66 años víctima de un cáncer de pulmón del que no quiso tratarse

LUIS TROQUEL / BARCELONA

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Frente al féretro de Manuel Molina, su hija Alba y otros familiares tocaban las palmas y cantaban por bulerías como si de un fin de fiesta se tratara. Haciendo así honor a unos versos suyos que hoy campan en boca de todos: «Que nadie vaya a llorar el día que yo me muera. Es más hermoso cantar, aunque se cante con pena». En ellos también pedía que incenerasen su cuerpo y esparciesen sus cenizas. Y así será, en Algeciras, de donde provenían sus padres. Su arte en cambio, goza desde siempre de la categoría de eterno.

Manuel Molina Jiménez había nacido en Ceuta, hace 66 años, en una familia gitana que pronto se instalaría en Triana. También junto a su adorada Sevilla, en su casa de San Juan de Aznalfarache, falleció en la madrugada de ayer. De un fulminante cáncer de pulmón para el que no quiso someterse a tratamientos médicos. Hace escasas semanas, y a modo de despedida entre amigos, volvió a subirse a un escenario para cantar con Lole Montoya tras casi dos décadas separados. Formaron el dúo Lole y Manuel, en 1972 y tres años después debutaron con uno de los discos capitales de la historia de la música española de todos los tiempos: 'Nuevo día'.

Lole y Manuel abrieron una ventana en el flamenco. Sin menoscabar su pureza, lo acercaron como apenas nadie a infinidad de gente ajena al arte al jondo. Incluso actuaron en el primer Canet Rock, en 1975, aunque ese no era su primer encuentro con esa cultura 'hippie' con la que el gran público les identificó. Manuel era ya reconocido por haber formado parte del grupo Smash, cuyo psicodélico 'Garrotín' se coló en las listas de ventas.

Estaba haciendo la mili cuando Ricardo Pachón le propuso integrarse en Smash. «Y le dije rotudamente que no», contestó él. «Pero al decirme que podía sacarme de la mili, le dije rotundamente que sí». Su colaboración artística y personal se rompió en los prolégomenos de 'La leyenda del tiempo' de Camarón, disco del que Manuel Molina tenía que haber sido inicialmente el productor.

Melódicos bulerías

Con solo 12 años formaba parte del trío Los Gitanillos del Tardón, en el que también estaba Chiquetete, y en 1971 publicó en solitario el single 'La mora'. Formaría parte también de la primerísima formación del grupo Triana, aunque su matrimonio con Lole cambiaría tanto su propia historia como la del flamenco. En mayúsculas. Con versos propios o del poeta Juan Manuel Flores renovó el imaginario jondo. Con composiciones de inconfundible sello personal dotó de insólita melodía a la bulería. Era el guitarrista de tan mágico dúo, pero siempre reservaba también algunas letras para su propia voz. Esa voz que luego, resquebrajada, provocaba el delirio de la afición flamenca en sus apariciones escénicas.

Parecía un profeta (y en lo que a arte se refiere, lo fue). Con deshilachada melena y su larga barba canosa, abriendo los brazos al cielo, sostendiendo la guitarra como si de un báculo se tratara... Verlo era entrar en trance, ya fuese actuando él solo o en los fascinantes espectaculos que compartió con Farruquito.

Cuando rescataba alguna pieza que compuso para Lole solía recordar que nadie la cantaría nunca como ella. Por cierto, una de las más famosas, 'Tu mirá', sonaba en la segunda entrega del 'Kill Bill' de Tarantino. Compartiría también proyectos con su hija Alba Molina, y en 1999, publicó su único larga duración en solitario: 'Calle del beso'.