Un Mahler muy joven y vivo

Un proyecto como el de la Jove Orquestra Nacional de Catalunya (JONC) tiene una enorme ventaja sobre las orquestas profesionales obligadas a un rendimiento con calendarios siempre muy apretados que en ocasiones se resuelve con repertorios repetidos de obras que no requieren demasiados ensayos. Por el contrario, los chicos y chicas de la JONC pueden permitirse el lujo, porque es un lujo, hacer una inmersión completa en obras difíciles de interpretar dada la magnitud de los medios orquestales y vocales necesarios, y la dificultad intrínseca de la partitura.

En el historial de esta formación hay obras difíciles, complejas y necesitadas de muchos medios como son el monumental ciclo de canciones 'Gurrelieder', de Arnold Schönberg, o la sinfonía 'Turangalila', de Olivier Messiaen, dirigidas ambas por Josep Pons --fue el primer director artístico del proyecto--, en el 2008 y el 2013 respectivamente.

Este año ha sido el turno de la sinfonía número 3 de Gustav Mahler, otra obra gigantesca por los medios necesarios, por su duración que supera la hora y media y, sobre todo, por la descripción avasalladora que el compositor hace de la naturaleza. Con esta excelente carta de presentación la JONC ha participado en el Festival Radio France Occitanie Montpellier, después de haberla interpretado en una gira por varias ciudades catalanas (Vic, Sant Cugat y Girona) que acabó en el Palau de la Música de Barcelona. Junto a la orquesta han participado en este 'tercera' la mezzosoprano Cristina Faus y el Cor de Noies y el Cor infantil de l'Orfeó Català, todos ellos bajo la batuta de Manuel Valdivieso, quien desde el 2001 es el director artístico de la formación.

Mahler compuso esta sinfonía durante los veranos de 1895 y 1896, durante sus vacaciones en Steinbach am Attersee, no muy lejos de Salzburgo, en una casita que se había hecho construir desde la que podía contemplar toda la naturaleza en su máximo esplendor estival, un esplendor que el compositor revela en toda la obra, pero especialmente en el primer movimiento, de una duración casi igual a la de los cinco restantes movimientos juntos, y en el último.

La seguridad con que las trompas tocaron las primeras notas de la sinfonía auguraba una muy buena interpretación como así fue. Desde el podio, Valdivieso ejercía un estricto control sobre la masiva formación con un resultado sin fallos y si los hubo, resultaron imperceptibles. La poderosa sección de metal sobre la que recae un peso considerable sonó a gran altura. Las intervenciones de Cristina Faus y de las dos formaciones corales del Orfeó Català, la de jóvenes y la infantil, en el cuarto movimiento también estuvieron en línea con la calidad orquestal. 

La juventud de los músicos de la JONC, cuyas edades oscilan entre los 17 y los 20 años, con Jaume Guri Batlle como concertino, hace aún más valioso el resultado de una obra tan compleja como es esta tercera sinfonía de Mahler. Se nota y agradece el buen trabajo de Valdivieso y de otros músicos invitados con el concertino de la London Symphony Orchestra y también director, Gordan Nikolic, en los programas de formación y perfeccionamiento de esta formación orquestal. 

El concierto tuvo lugar el 16 de julio en la Opéra Berlioz de Montpellier.