Un histórico personaje de la viñeta más negra

Torpedo, canalla y amoral

El dibujante Jordi Bernet, en su estudio del barrio de Sant Andreu.

El dibujante Jordi Bernet, en su estudio del barrio de Sant Andreu.

ANNA ABELLA / BARCELONA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Mafiosos, gánsteres, matones y polis corruptos, prostitutas y despampanantes femmes fatales, abundante sexo y no menos violencia, en los bajos fondos del Nueva York de la gran depresión. A ese escenario del más genuino y crudo género negro llega un joven inmigrante siciliano, Luca Torelli. No tarda en hacer honor a su apodo, Torpedo (como llamaban a los sicarios, porque iban directos al objetivo): se convierte en un asesino a sueldo sin escrúpulos, capaz de matar a un amigo o a una mujer por dinero, despecho o venganza y violar y maltratar sin remordimientos. «Son gajes del oficio», dice este antihéroe del cómic, «un tipo malo, duro y amoral», «misógeno y machista», un «auténtico hijo de puta», definen al personaje sus propios padres, el guionista Enrique Sánchez Abulí (Palau-del-Vidre, Francia, 1945) y el dibujante Jordi Bernet (Barcelona, 1944). Y a pesar de este historial, este sicario a lo Pulp Fiction de Tarantino avant la lettre, a quien «a veces, solo a veces, le da por pensar», nacido en 1982 en la revista Creepy, se ha alzado desde entonces en el cómic español más traducido (EEUU, Alemania, Italia, Francia, Noruega, Holanda...) y en un referente del género por el que no pasa el tiempo. Ahora un cuidado macrovolumen de 720 páginas, Torpedo 1936 (Panini), reúne por primera vez juntas todas sus historietas, en orden cronológico y escaneadas de nuevo.

¿Las claves del éxito? Se resumen en tres. Una: «el humor negro que compensa la extrema violencia», destaca Bernet. «Te cae mal -explica Abulí en su casa de Barcelona, con un busto de Torpedo mirándole de reojo-, pero con él te ríes cuando se equivoca al hablar inglés porque es inmigrante y no sabes si no lo sabe bien o si está haciendo un chiste».

Dos: el expresionista dibujo en blanco y negro a pincel seco de Bernet, que sobre todo en los malos, incorporó la caricatura al realismo de la trama. «Me gustaba el cine y la novela negra americana, La jungla de asfalto, Bogart, James Cagney... y con ese ambiente en la cabeza jugué con el dramatismo, los haces de luz tipo foco y las sombras de las novelas pulp de los años 30», evoca el autor de Clara de noche (El jueves) en su estudio de Sant Andreu, encantado con un género que le va «como anillo al dedo».

UN HOMBRE MALO / Tres: la transgresión y la ruptura de tópicos que significaba Torpedo, a años luz, coinciden ambos, de «lo políticamente correcto». «Quise que fuera una historia de un hombre malo que no se redimiera -dice Abulí-. Todo el mundo tiene una parte oscura y él tiene más de una. En la vida real, los malos no pierden. Y esta clase de tipos, de gánsteres implacables, circula por ahí, existen. Yo le dejo vivir y que haga de las suyas y alivio el texto con chistes. Con este hombre no me iría de copas, porque es peligroso y vive peligrosamente».

Pero Torpedo, entre cuyos fans confesos están Federico Fellini y Frank Miller (que incluyó un agradecimiento a Bernet en los créditos de Sin City), también ha recibido críticas y alguna censura, en general por el trato a las mujeres y en concreto por dos historias, Lolita, protagonizada por una prostituta menor, y El día de la mala baba, donde Torpedo encarga a un pederasta que se ocupe de un niño, escenas que Bernet dibujó «con guante de seda» para «no herir sensibilidades». «No temo a la crítica -zanja el guionista-. Es ficción, la intención es distraer. No hay que tomarlo al pie de la letra. Yo he visto El padrino cuatro veces y no salgo por ahí armado. No pienso tocar ni una línea. Es un canalla y hay que mostrar que lo es en todo. Es un tipo que no hace el amor con las mujeres, las viola y, en el mejor de los casos, echa un polvo. El odio y la venganza son fuerzas muy importantes, por ellas, y por amor, se puede llegar a todo, y Torpedo es muy vengativo».

De hecho, quien dibujó los dos primeros guiones, encargados por el editor Josep Toutain a Abulí, fue el americano Alex Toth. Pero este «quería redimirlo» y suavizar «su mala leche». «Me dijo que la palabra más fuerte que podía poner era bastardo», recuerda Abulí. Incluso en la última viñeta de la primera historia Toth hacía llorar a Torpedo. Tras dos años con los guiones en un cajón, Toutain habló con un motivado Bernet y, ya con esa lágrima literalmente borrada, la serie echó a andar en 1982 en Creepy publicándose en ocho revistas -Zona 84, Cómix Internacional, Totem...- y en la editorial americana Warren y la francesa Glénat, con la que los autores rompieron tras haber intentado firmar un contrato para el cine con la Warner en el que los autores perdían los derechos.

Luego llegó el desencuentro entre Abulí y Bernet, que aún continúa. La serie se interrumpió tras una demanda del guionista contra el segundo y contra Loquillo por citar en un disco solo al dibujante como creador de Torpedo. Los tribunales los absolvieron. Bernet, para quien todos sus personajes son «como hijos», ve «inviable» volver a dibujarlo en tándem con Abulí. Sin embargo, este revela: «Tengo un guion de 46 páginas en la recámara. Me gustaría que lo hiciera Bernet pero sino quizá lo dibuje otro».